En 1934, tras su regreso a Uruguay, Joaquín Torres-García (1874–1949) anunció que crearía las condiciones adecuadas para el “florecimiento de una cultura superior”. Los primeros artistas que se le acercaron compartiendo tal iniciativa fueron Carmelo de Arzadun (1888–1968), el propio autor de este texto, Héctor Ragni (1897–1952), Amalia Nieto (1907–2003), Julián Álvarez Marqués (1898–1964), Gilberto Bellini (1908–35), José Cuneo (1887–1977), Luis Mazzey (1895–1983), Carlos Prevosti (1896–1955), Bernabé Michelena (1888–1963) y el artista español Eduardo Díaz Yepes (1910–78), entre muchos otros. La intención de Torres-García era integrar artistas uruguayos en un determinado contexto, estableciendo un nexo y un diálogo con los vanguardistas europeos, según lo había comenzado a promover en la revista Cercle et Carré (París, 1930), donde la universalidad del arte abstracto rompía con barreras nacionalistas. La revista dejó de publicarse en Francia en 1931; no obstante, la intención fue retomada en Uruguay (1936) por la AAC (Asociación de Arte Constructivo) al publicar Círculo y Cuadrado. En este órgano de difusión tuvieron la oportunidad de escribir miembros de la AAC; la lista es extensa: además de Arzadun, Ragni, Nieto y el propio Torres-García, la brasileña Rosa Acle (1916–90), entre muchos otros nacionales. En lo internacional, se incluyó a algunos artistas europeos de vanguardia como Jean Gorin (1899–1981), Piet Mondrian (1872–1944), Ángel Ferrant (1890–1961), Jean Hélion (1904–87), Gino Severini (1883–1966), Theo Van Doesburg (1883–1931) o el chileno Vicente Huidobro (1893–1948), entre otros.
El artículo de Arzadun alude a la recién creada UAPU (Unión de Artistas Plásticos del Uruguay, 1935), cuyo propósito era alimentar un decidido apoyo de parte del Estado a la producción de arte nacional. En el momento en que Arzadun escribe esta nota, ya la UAPU había entrado en crisis; el gobierno dictatorial de Gabriel Terra (1933–38) había creado ya la Comisión Nacional de Bellas Artes, hecho que llevó a la disolución de la Unión de Plásticos poco tiempo después. En el presente documento, Arzadun no hace ningún tipo de llamado a plegarse fielmente a la AAC, sino que, tomando ejemplo en la prédica teórico-práctica de Torres-García, propone “llevar a la más amplia discusión la función del problema plástico”, por lo que vale decir que Arzadun sugiere la necesidad de que las agrupaciones no se basen en agendas circunstanciales, sino que resulten de una comunión de ideas tanto en lo estético como en lo ético.
[Como lectura complementaria, véanse en el archivo digital ICAA los siguientes textos publicados en Cercle et Carré (Círculo y Cuadrado): de Joaquín Torres-García “Aquí, en Montevideo” (doc. no. 1263116), “El plano en el que deseamos situarnos” (doc. no. 1263054), “Reflexiones” (doc. no. 1263191), “La presente revista” (doc. no. 1262991) y “El arte naturalista y el arte geométrico (doc. no. 1263101); de Guido Castillo “El constructivismo. Muerte y nacimiento de un momento histórico” (doc. no. 1263176); de Alexis Carrel “El hombre, una incógnita” (doc. no. 1263085); de Edgar Varese “Nacionalismo y Folklore” (doc. no. 1263070); de San J. Luis Vicente “Nosotros y nuestro ambiente” (doc. no. 1263146); de Héctor Ragni “Nuestro arte constructivo y las teorías cubistas” (doc. no. 1263131) y “Por qué pertenezco a la asociación de arte constructivo” (doc. no. 1263007); y de Francisco Lanza Muñoz “Universalidad del constructivismo” (doc. no. 1263161)].