Para Joaquín Torres-García (1874–1949), el símbolo sintetiza un concepto, una idea, sin plantear la necesidad de recurrir a una narrativa que consideraba una interferencia en la unidad de la obra. El maestro consolidó una unión entre “idea” y “forma” como nexo entre lo vital y lo abstracto, entre lo visible y la idea. Torres-García logró crear un estilo al insertar el símbolo (que acumulaba valores humanísticos de larga tradición) en la estructura racional del neoplasticismo, definiendo así su universalismo constructivo. En una cita de este artículo (donde Torres-García no especifica el autor) se dice: “el hombre ha sido engañado por la idea de progreso”. Aflora aquí, nuevamente, el hondo conflicto del maestro con la idea de “modernidad” y con el propio proceso de “la civilización”, por oponerse al materialismo existencial del hombre actual. De acuerdo a sus discípulos, en más de una ocasión Torres-García les arrancó el compás de las manos. Esto ilustra algunos de los párrafos de “Reflexiones” donde refiere la insensatez de utilizar el compás de proporciones de manera mecánica, cuando la finalidad didáctica suya es llevar al artista a “sentir la medida”, “sentir la geometría”. Ese “sentir” apela a mecanismos no racionales e inconscientes para internalizar la geometría en el sentido de internalizar la dimensión metafísica del tiempo y de la propia existencia. Para Torres-García, la religiosidad del artista consiste en el acto de sentir esa “unidad suprema”. La religión coincidiría con el lugar de la metafísica en el vacío entre lo eterno y lo circunstancial. Su interpretación histórica del asunto estigmatiza al Renacimiento europeo del siglo XV como el punto de inflexión a partir del cual la pintura deja de respetar el plano para “abrir una ventana”. Se abandona la postura metafísica en favor de la física, más tarde evaluado como “el progreso científico”. El giro cultural llega al siglo XX en la filosofía torresgarciana. Es factor degradante de la condición humana, solo revertible vía arte. Aquí se retoma la utopía de “cambiar la vida” a través del arte con una connotación fuertemente mística. Torres-García confiaba en la construcción de una comunidad de ideales y de prácticas convergentes, con capacidad expansiva en la sociedad.
[Como lectura complementaria, véanse en el archivo digital ICAA los siguientes textos escritos por Joaquín Torres-García: “Con respecto a una futura creación literaria” (doc. no. 730292); “Lección 132. El hombre americano y el arte de América” (doc. no. 832022); “Mi opinión sobre la exposición de artistas norteamericanos: contribución” (doc. no. 833512); “Nuestro problema de arte en América: lección VI del ciclo de conferencias dictado en la Facultad de Humanidades y Ciencias de Montevideo” (doc. no. 731106); “Introducción [en] Universalismo Constructivo” (doc. no. 1242032); “Sentido de lo moderno [en Universalismo Constructivo]” (doc. no. 1242015); “Bases y fundamentos del arte constructivo” (doc. no. 1242058); y “Manifiesto 2, Constructivo 100%” (doc. no. 1250878)].