Joaquín Torres-García escribe el acápite de la revista Círculo y Cuadrado de la Asociación de Arte Constructivo de Montevideo, publicación que intenta ser una continuación de Cercle et Carré, revista cofundada por Torres-García (París, 1930) junto a artistas abstracto–constructivistas que encabezaba Michel Seuphor. En ese momento buscaban imponer una pintura inserta en una preceptiva filosófica, así como en doctrinas estéticas alejadas del movimiento surrealista, entonces en boga. Al realizar esta declaración de propósitos de la revista en Montevideo, Torres-García señala que Círculo y Cuadrado ya no puede plantearse al surrealismo como adversario, sino al predominio de la pintura de índole naturalista no solo en nuestro medio, a efectos de hacer del “universalismo constructivo” una consigna del arte continental. Trátase de una declaración de principios donde se expone la intención de la AAC (Asociación de Arte Constructivo) de introducir en Uruguay el arte geométrico desde una perspectiva constructiva y de hacer llegar a Europa una referencia de la consolidación de este nuevo arte que la AAC anhelaba proyectar sobre el subcontinente sudamericano.

La llegada a Montevideo en el mes de abril de 1934 fue un momento decisivo en la trayectoria de Joaquín Torres-García (1874–1949). Tras haber desarrollado su formación y trabajado en la evolución de su obra durante un largo periodo en el extranjero —pasando desde el clasicismo mediterráneo representado en los frescos barceloneses hasta un “clasicismo moderno” que se hermana con el neoplasticismo y demás movimientos afines de vanguardia europeos— Torres-García logró gestar un estilo propio: el Universalismo Constructivo. Este aunaba elementos sustanciales de varias tendencias estéticas con el propósito doctrinario de superar la crisis del movimiento moderno. El “universalismo constructivo” representaba para Torres-García un nuevo arte moderno para el continente americano y cuyo eventual alcance podría llegar a ser semejante al impacto del arte en las antiguas civilizaciones griegas. A juicio del maestro, el proyecto planteaba un nuevo rumbo para el arte moderno, incorporando elementos esenciales del arte autóctono del continente americano a los principios del constructivismo.

En 1930, en París, Torres-García coadyuvó a la creación del grupo Cercle et Carré con el artista Michel Seuphor (alias “Orpheus”) y otros, uniendo a artistas internacionales interesados en el arte geométrico abstracto. La revista y el grupo se disolvieron poco después en Francia, en 1931, pero el nombre de la publicación fue retomado en Uruguay por la A.A.C. fundada por Torres-García tras su arribo a Montevideo. Dos años después (1936), bajo el rótulo de Círculo y Cuadrado se comenzó a publicar con el propósito de entablar un diálogo entre artistas uruguayos y europeos. 

[Como lectura complementaria, véanse en el archivo digital ICAA los siguientes textos publicados en Cercle et Carré (Círculo y Cuadrado): de Joaquín Torres-García “Aquí, en Montevideo” (doc. no. 1263116), “El plano en el que deseamos situarnos” (doc. no. 1263054), “Reflexiones” (doc. no. 1263191) y “El arte naturalista y el arte geométrico” (doc. no. 1263101); de Guido Castillo “El constructivismo. Muerte y nacimiento de un momento histórico” (doc. no. 1263176); de Alexis Carrel “El hombre, una incógnita” (doc. no. 1263085); de Edgar Varese “Nacionalismo y Folklore” (doc. no. 1263070); de Carmelo de Arzadun “Necesidad de agruparse para la formación de un medio artístico” (doc. no. 1263023); de San J. Luis Vicente “Nosotros y nuestro ambiente” (doc. no. 1263146); de Héctor Ragni “Nuestro arte constructivo y las teorías cubistas” (doc. no. 1263131) y “Por qué pertenezco a la asociación de arte constructivo” (doc. no. 1263007); y de Francisco Lanza Muñoz “Universalidad del constructivismo” (doc. no. 1263161)].