Al inicio de este texto, Mário de Andrade cuestiona el término “arquitectura” y su significado. A su juicio, las leyes arquitectónicas obedecen tanto a las leyes de la naturaleza como a las humanas que derivan en caprichos personales. Establece una diferencia entre la deslumbrante categoría estética de “lo bello” y juzga que los elementos decorativos u ornamentales siempre son posteriores a esta; además, considera que la funcionalidad de un edificio obedece a la funcionalidad humana, de forma tal que (parafraseando al arquitecto suizo Le Corbusier, sin mencionarlo), “la casa debe ser una máquina para habitar”, siendo la belleza algo intrínseco al hombre. La “buena casa” moderna, por lo tanto, debe fundir funcionalidad y belleza. No obstante que considere la primacía del arquitecto de origen ucraniano Gregori Warchavchik respecto a la arquitectura moderna en Brasil, el autor afirma que fue Lúcio Costa quien llevó a cabo los fundamentos de la escuela moderna en el país. Por otra parte, sugiere que debe evitarse el experimentalismo en la arquitectura, una vez que involucra la posibilidad de “derroche económico”. Considera ser una obra admirable el libro Brazil Builds, editado por el MoMA (Nueva York: Museum of Modern Art, 1943), por el hecho de mostrar que la arquitectura brasileña es tan buena como la norteamericana o la europea, elogiando la perspectiva que abre la exposición para disminuir el complejo de inferioridad que existe entre los mestizos del Brasil.