En el último artículo de su polémica sostenida contra los juicios del pintor Alejandro Otero, el escritor Miguel Otero Silva recapitula los principales argumentos manejados por él a lo largo de sus ocho entregas anteriores de la serie Conceptos concretos… Reitera su rechazo a la reducción de la pintura a simple decoración arquitectónica; señala lo cerebral de este arte donde estaría ausente la emoción; y objeta su negativa a representar los problemas del hombre y de la naturaleza. Por otra parte, Otero Silva declara su desconfianza en torno a las teorizaciones y a la exaltación de la Edad Media. No obstante, la profusión de detalles a los que se llega en la polémica de alcance nacional, y la escasa formación intelectual de los cultores venezolanos involucrados, haría sospechar que su actitud es una impostura.

En este texto, última parte de su intervención polémica sobre el arte abstracto, por primera vez Miguel Otero Silva (1908–85) se refiere directamente a la serie de “tres largos artículos” que el pintor Alejandro Otero (1921?90) había escrito, juzgándolos como propios del fanatismo de quien ha idealizado la Edad Media. Ahora, el escritor y periodista emplea un lenguaje más agresivo (entre irónico y burlón) a fin de denigrar a toda una generación —distante de la suya que se enfrentó a la dictadura del general Juan Vicente Gómez (1908?35)— y a la que niega la capacidad intelectual de asimilar una modernidad artística evidenciada ya en la Ciudad Universitaria de Caracas. Es más, se revela un acérrimo defensor de la pintura “representativa”, tan convencido en la tradición occidental, como pueden estar en el nuevo arte los jóvenes pintores. En el fondo, su mayor crítica es la participación en el proyecto de síntesis de las artes, que, en su opinión como la de muchos, constituía una obra financiada por la nueva dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez (1952?58). Lo más irritante de la inflexibilidad de su posición es que descalifica a los jóvenes pintores por su origen provincial y escasa escolaridad, condición que, en los términos de Otero Silva, los inhabilitaría artísticamente; sobre todo para abordar teorías complejas del arte nacidas de un mundo científico y tecnológico. En efecto, su postura era un tipo de discriminación no usual en el país. La polémica entre Miguel Otero Silva y Alejandro Otero Rodríguez tuvo gran público y fue reseñada en el exterior (Colombia, Cuba y Argentina); su misma trascendencia queda manifiesta en las varias veces en que ha sido reproducida en el país (1957, 1967, 1976, 1980, 1993 y 2001).

[Para otros artículos de Miguel Otero Silva sobre este tema, consulte en el archivo digital ICAA “I. Un relato necesario. Conceptos concretos sobre la pintura abstracta” (doc. no. 855537); “II. Una división sin contenido plástico. Conceptos concretos sobre la pintura abstracta” (doc. no. 855992); “III. Aparición y desarrollo del abstraccionismo. Conceptos concretos sobre la pintura abstracta” (doc. no. 856012); “IV. Ubicación social del abstraccionismo. Conceptos concretos sobre la pintura abstracta” (doc. no. 856031); “V. Sobre el mundo interior de los abstraccionistas. Conceptos concretos sobre la pintura abstracta” (doc. no. 856050); “VI. El regreso a lo funcional y lo decorativo. Conceptos concretos sobre la pintura abstracta” (doc. no. 856069); “VII. Formas nuevas y sinceridad. Conceptos concretos sobre la pintura abstracta” (doc. no. 856923); y “VIII. Orientaciones de la nueva pintura. Conceptos concretos sobre la pintura abstracta” (doc. no. 856942)].

[Todo se inicia con la primera respuesta de Otero Silva a Otero titulada “Sobre unas declaraciones disidentes del pintor Alejandro Otero Rodríguez” (doc. no. 813737)].