En la década de 1920, Joaquín Torres García (1874–1949) abandonó Cataluña para radicarse durante casi dos años en Nueva York, decepcionado del “noucentisme” catalán y abocado a su propia búsqueda artística, más acorde a la actualidad. Esto reflejaba en su obra un espíritu de renovación plástica desarrollado en Barcelona desde 1917. La artista, conferencista y mecenas de arte Katherine Dreier (1872–1952) incorporó pinturas constructivas y obra en madera de JTG en la colección de arte de vanguardia del siglo XX, fundada por Albert Eugene Gallatin, la cual se mostró en la New York University hasta integrarse definitivamente al Philadelphia Museum of Art. Desde ese momento, tanto la galería Sidney Janis como la Pinacotheca de Rose Fried realizaron muestras individuales de sus obras en importantes museos como el MoMA y el Solomon R. Guggenheim de Nueva York, entre otros. En la década de los cincuenta, la expansión mundial del arte norteamericano propiciada por el discurso crítico de Clement Greenberg —intrínsecamente vinculada con la política hegemónica del Departamento de Estado durante la Guerra Fría— promovía el pragmatismo de la llamada “Escuela de Nueva York”; por lo tanto, no se interesaba en reconocer las fuentes simbólicas reclamadas por artistas contemporáneos tales como Barnett Newman o Mark Rothko. La búsqueda de estos artistas hurgaba en un arte cargado de valores “universales” que retomaban formas de arte primitivo, las cuales pudieron relacionarse con los pictogramas de JTG. En la trayectoria del uruguayo han convivido opuestos expresivos que definen su figura como la de un maestro contemporáneo, aunque disidente de valores inherentes a la modernidad y trasgresor de paradigmas que fueron adoptados por artistas de la vanguardia en la segunda posguerra. En opinión del autor, tanto la historia del arte tradicional como las grandes instituciones artísticas han elogiado la obra de JTG como pintor y docente a lo largo de toda su trayectoria; no obstante, se han negado a reconocer la importancia del artista uruguayo como punto de partida de “algo” (difícil de definir) en la historia del arte universal.
[Como lectura complementaria, véanse en el archivo digital ICAA los siguientes textos escritos por Joaquín Torres García: “Con respecto a una futura creación literaria” (doc. no. 730292); “Lección 132. El hombre americano y el arte de América” (doc. no. 832022); “Mi opinión sobre la exposición de artistas norteamericanos: contribución” (doc. no. 833512); “Nuestro problema de arte en América: lección VI del ciclo de conferencias dictado en la Facultad de Humanidades y Ciencias de Montevideo” (doc. no. 731106); “Introducción [en] Universalismo Constructivo” (doc. no. 1242032); “Sentido de lo moderno [en Universalismo Constructivo]” (doc. no. 1242015); “Bases y fundamentos del arte constructivo” (doc. no. 1242058); y “Manifiesto 2, Constructivo 100%” (doc. no. 1250878)].