La consigna “nuestro norte es el sur” marca un gesto estratégico de sentido político, ya que supone una crítica a la hegemonía del eurocentrismo cultural y una puesta en valor de los márgenes dentro del sistema planetario de poder. Esta “lección” corresponde a la primera versión del mapa de Sudamérica invertido, un símbolo que será retomado más tarde por otros artistas como, entre ellos, el argentino Luis Felipe Noé cuando realiza en Chile su muestra El arte de América Latina es la Revolución (1972), en la que trabajó con pancartas y elaboró un manifiesto donde postulaba la revolución como “la verdadera imagen” de América Latina. A su vez, JTG, quien siempre antepuso su concepción universal del Hombre a cualquier particularismo etnocéntrico y a cualquier partidismo político, evidencia en este manifiesto la dimensión política de la cultura (en sentido amplio del término) hasta hacer de ella un instrumento de la prédica constructivista. Algunas de sus afirmaciones recuerdan las ideas expresadas por el pintor uruguayo Pedro Figari a principios del siglo XX, cuando declaraba su desprecio por las baratijas de importación y reivindicaba la necesidad de adoptar “lo exterior” tras una previa selección y adaptación a las condiciones de la cultura local. Para JTG, la cuestión está en ser universal desde lo local, para lo cual descarta el pasado (por ser algo insignificante en Uruguay) y el porvenir (por ser incierto), afirmándose en un “presente a construir”. Este presentismo radical recuerda sus escritos en Barcelona en la revista Un enemic del poble (1916–17), especialmente su manifiesto dirigido a los jóvenes. En tal sentido, propone a los artistas montevideanos visitar el puerto, recorrer los ámbitos urbanos modernos con la mirada puesta en “las formas y no en las cosas”, pues ya “pasó la época romántica de lo pintoresco y se está en la época dórica de la forma”. Conviene tener en cuenta que esta apuesta tanto al horizonte visual de la modernidad como a la existencia de una presunta identidad ciudadana del “presente”, que carece de una tradición local significativa para ser considerada en el arte, JTG la hace suya cuatro años antes. Entonces escribía su libro Metafísica de la Prehistoria Indoamericana, momento en el cual cree haber encontrado el soporte filosófico para su arte constructivo. Lo halla en un arte americanista basado en elementos de una tradición regional que se entronca con la Gran Tradición del Hombre Abstracto (universal). [Como lectura complementaria, véanse en el archivo digital ICAA los siguientes textos escritos por Joaquín Torres García: “Con respecto a una futura creación literaria” (doc. no. 730292); “Lección 132. El hombre americano y el arte de América” (doc. no. 832022); “Mi opinión sobre la exposición de artistas norteamericanos: contribución” (doc. no. 833512); “Nuestro problema de arte en América: lección VI del ciclo de conferencias dictado en la Facultad de Humanidades y Ciencias de Montevideo” (doc. no. 731106); “Introducción [en] Universalismo Constructivo” (doc. no. 1242032); “Sentido de lo moderno [en Universalismo Constructivo]” (doc. no. 1242015); “Bases y fundamentos del arte constructivo” (doc. no. 1242058); y “Manifiesto 2, Constructivo 100%” (doc. no. 1250878)].