Carlos Herrera Mac Lean, arquitecto y compañero de estudios del hijo del pintor Pedro Figari (Uruguay, 1861–1938), defendió desde el Círculo de Bellas Artes la labor realizada por este último en la Escuela de Artes e Industrias (1915–1917). Fue un incondicional admirador de la obra figariana durante la estadía del pintor uruguayo en París, y más tarde fue el organizador y curador de la gran retrospectiva póstuma de Figari en 1944. Ese mismo año, Joaquín Torres García, publicó su libro Universalismo Constructivo donde se establecían las bases de su visión del arte. Algunos intelectuales del medio artístico uruguayo, como es el caso de Herrera Mac Lean, rechazaban las innovaciones plásticas impartidas en el TTG (Taller Torres García) y desde esa perspectiva desarrollaron una crítica general a las vanguardias europeas reivindicando una postura nacionalista y tradicionalista contrapuesta a las pretensiones universalistas tanto del arte constructivo como del arte abstracto en general.
Por primera vez, en 1944, Joaquín Torres García decide presentarse junto con un grupo de alumnos de su taller montevideano al Salón Nacional. Lo hace con obra de tema paisajístico (en base a apuntes suyos realizados en Europa) encarado de una manera tributaria del legado de Paul Cézanne. La primera sorpresa del jurado fue encontrarse con pintura “figurativa” de paisaje después de diez años durante los cuales JTG había estado predicando un constructivismo abstracto y universalista.
Las explicaciones que el Arq. Carlos Herrera Mac-Lean —miembro del jurado del Salón Nacional que otorga el Gran Premio al Maestro— desarrolla acerca de las dudas y perplejidades a las que se vio enfrentado ese cuerpo deliberativo, incluyen tanto elogios sobre su personalidad y trayectoria, como duras críticas a su doctrina constructivista, considerándola “un empobrecido epígono de las distintas escuelas cubistas”. El hecho de que JTG realizara ese año, junto a un grupo de discípulos del TTG (Taller Torres García), los murales del Hospital Saint Bois, introdujo en el jurado el temor a que la premiación (basada en el mérito de su trayectoria) fuera interpretada como un espaldarazo a su reciente obra mural, a la que Herrera Mac-Lean considera “flamante y agresiva […], una pintura violenta que, bajo ningún punto de vista plástico puede llamarse pintura”. La larga argumentación del jurado explicita estos términos y termina fallando el Gran Premio a su favor, no obstante, separando su denodada trayectoria (a la cual se le dedica dicha consagración), de lo que habían sido sus recientes intervenciones murales en el Pabellón Saint Bois.
La breve polémica pública entre ambos personajes comienza con el presente artículo de Herrera en el diario El Día del 13 de octubre de 1944. Continúa con el de JTG publicado el 21 de octubre de ese año en el semanario Marcha [ver archivo digital ICAA: “El problema de la decoración mural. Contestando al Arquitecto señor Herrera Mac Lean” (doc. no. 1228503)], y se cierra con otro artículo de Herrera: “La aparición de un tercer Torres García” (doc. no. 1228522)]).
[Como lectura complementaria, véase los textos escritos por Torres García: “Con respecto a una futura creación literaria” (doc. no. 730292); “Lección 132. El hombre americano y el arte de América” (doc. no. 832022); “Mi opinión sobre la exposición de artistas norteamericanos: contribución” (doc. no. 833512); “Nuestro problema de arte en América: lección VI del ciclo de conferencias dictado en la Facultad de Humanidades y Ciencias de Montevideo” (doc. no. 731106); “Introducción [en] Universalismo Constructivo” (doc. no. 1242032); “Sentido de lo moderno [en Universalismo Constructivo]” (doc. no. 1242015); “Bases y fundamentos del arte constructivo” (doc. no. 1242058); y “Manifiesto 2, Constructivo 100%” (doc. no. 1250878)].