El argumento de que el pintor “no se hace”, ya viene hecho, es para Joaquín Torres García (1874–1949) puntos de partida para sus reflexiones; lo cual señala su concepción inmanentista y esencialista, del “genio” artístico, asunto que proviene, en parte, de sus primeras lecturas de los románticos alemanes en el siglo diecinueve. El autor se refiere a la exclusividad sensible de cada pintor (a su juicio la pintura no existe, existen pintores); es él quien conforma su personalidad como artista. La tarea de cada pintor, por lo tanto, sería llegar a “lo inédito suyo”, aquello que le es intrínseco. Tales tópicos habían sido ya tratados en sus escritos tempranos (1915–18); entre ellos, “El descubrimiento de sí mismo” y “Consejos a los artistas”, publicados en Barcelona en El enemic del poble bajo cuidados de Salvat Pappaseit.
Por otra parte, el concepto de “tono” que se vincula con el color pero no es lo mismo (“lo tonal” sería el valor que adquiere un color al situarse en un contexto cromático estructurado) había sido desarrollado en sus clases montevideanas de la segunda mitad de la década del treinta como un concepto básico, del mismo tenor que los conceptos de “forma” y de “estructura.” Aquí, Torres García proclama la unidad indivisible entre los conceptos “forma”, “materia” y “tono” considerándolos una unidad dinámica, una tríada interactiva sobre la que se construye no solo la pintura sino el arte constructivo en general. La “materia” es lo concreto que se sintetiza con la idea que es lo abstracto; además, implica el plano en el que, a su juicio, “debe ser y permanecer la pintura”. Más aún, al afirmar el concepto de “construcción”, Torres García proclama también la unidad entre dibujo y el color (tono) donde ambos se constituyen como partes sustantivas del acto de construir.
El artículo tiene veladas referencias a sus eternos enemigos: los pintores figurativos y los críticos de arte provincianos. A los primeros (a quienes considera cultores de un “pseudo-arte”) les tiene reservadas sus reflexiones sobre la “libertad en el arte”, pues sostiene que carece de libertad aquél que está sujeto a la imitación. Antepone las reglas del constructivismo, las cuales no son más que un instrumento para ejercer la libertad creativa del artista dentro del pensamiento y la intuición de “lo abstracto”. A los segundos dedica sus ideas sobre la imposibilidad de verbalizar la pintura, ya sea pretendiendo interpretarla o bien pretendiendo describirla.
[Como lectura complementaria, véase en el archivo digital ICAA los textos escritos por Joaquín Torres García: “Con respecto a una futura creación literaria” (doc. no. 730292); “Lección 132. El hombre americano y el arte de América” (doc. no. 832022); “Mi opinión sobre la exposición de artistas norteamericanos: contribución” (doc. no. 833512); “Nuestro problema de arte en América: lección VI del ciclo de conferencias dictado en la Facultad de Humanidades y Ciencias de Montevideo” (doc. no. 731106); “Introducción [en] Universalismo Constructivo” (doc. no. 1242032); “Sentido de lo moderno [en Universalismo Constructivo]” (doc. no. 1242015); “Bases y fundamentos del arte constructivo” (doc. no. 1242058); y “Manifiesto 2, Constructivo 100%” (doc. no. 1250878)].