En 1986, el pintor venezolano Mateo Manaure (n. 1926) mudó su taller y residencia a un enclave cercano al río Orinoco y a Uracoa, su pueblo natal. A raíz de una etapa de depresión y movido por el deseo de disponer de mayor tiempo para la creación, el pintor publicó su decisión y sus argumentos en la prensa nacional. En tal sentido, el texto posee valor confesional como testimonio de una acción emprendida y que marcaría sus búsquedas en el campo artístico durante los años subsiguientes. En sus palabras, esa necesidad de aislamiento respondía también a un compromiso con los valores nacionales (el lugar de infancia y el paisaje del interior del país). Con ello, el artista hacía eco de una concepción de la naturaleza como “espacio de purificación”, y como herramienta de legitimación de un arte elevado, considerando antecedentes de artistas que consolidaron sus experiencias de creación en lugares retirados. En cierto modo, Manaure contraponía la experiencia cosmopolita de las grandes ciudades y del arte internacional a la vivencia de una realidad propia pero desconocida, exuberante y, por lo tanto, auténtico vehículo de identidad: una crítica dirigida a sí mismo y a sus tránsitos desde la abstracción geométrica hacia un arte figurativo o poblado de referentes culturales autóctonos. A pesar de no estar en contra del universalismo, el pintor señala (como fundamento de una creación auténtica) el que ésta se relacione directamente con los elementos y referentes autóctonos. Durante este período, Manaure desarrollaría la serie Orinoquia, inspirada en el entorno natural de la región ribereña y donde planteaba un retorno al origen y a la cultura ancestral. Orinoquia sería presentada en la Galería Armitano (Caracas) en 1989. Posterior esta experiencia, el pintor insistió en la temática, en 1992, con la serie Ofrenda a mi raza.
[Respecto a su obra, consúltese en el archivo digital ICAA: de Víctor Guédez “La creación estético-visual en Mateo Manaure” (doc. no. 1155531); de Roberto Guevara, tanto “Manaure y la inmensa noche” (doc. no. 1156411) como “Manaure: Columnas en tierras movedizas” (doc. no. 1155301); y “Manaure y las Cuvisiones” (doc. no. 1156459); de Perán Erminy “Las imágenes poéticas de Manaure” (doc. no. 1156523); de Alfredo Boulton “Mateo Manaure en el Museo de Bellas Artes” (doc. no. 1157497); de Gastón Diehl “Mateo Manaure” (doc. no. 1156491); los artículos, de Teresa Alvarenga “Mi obra de hoy: Mateo Manaure llega a los 50 años” (doc. no. 1156427); de Pedro Lhaya “Mateo Manaure o la autenticidad pictórica americana” (doc. no. 1156443); del propio Manaure, sobre la historia de “La Escuela de artes plásticas de frente y de perfil” (doc. no. 813569); de Gloria Carnevali “El color a través de Mateo Manaure” (doc. no. 1155499); de Alejo Carpentier, ‘Letra y Solfa: Arte abstracto” sobre una exposición del pintor en la galería Cuatro Muros (doc. no. 1097108).