Guido Castillo (1922–2010) arribó al núcleo de Joaquín Torres García (1874–1949) a principios de la década de los cuarenta. En 1945, fue uno de los editores responsables, junto a Sarandy Cabrera, del periódico Removedor, órgano del Taller Torres García (TTG) dedicado al debate de ideas y a la difusión de la doctrina constructivista, editado por el taller torresgarciano. Castillo recoge en este manifiesto el tono pontificador y los argumentos de su maestro, pero lo hace con hiriente e irónica temeridad, tal y como si estuviera asumiendo “la verdad” que emanaba de Torres García, quien, en esas fechas, ya no estaba en condiciones de emitir juicios con ese grado de agresividad radical. Debe tenerse en cuenta que 1944 —cuando escribe este Manifiesto— es el año de mayor reconocimiento a Torres García por parte de los jurados oficiales uruguayos: obtiene el gran premio de pintura en el Salón Nacional y es también la fecha en que, con un grupo de discípulos, el maestro realiza los murales del Hospital Saint Bois. [Como lectura complementaria, véanse en el archivo digital ICAA los siguientes textos escritos por Joaquín Torres García: “Con respecto a una futura creación literaria” (doc. no. 730292); “Lección 132. El hombre americano y el arte de América” (doc. no. 832022); “Mi opinión sobre la exposición de artistas norteamericanos: contribución” (doc. no. 833512); “Nuestro problema de arte en América: lección VI del ciclo de conferencias dictado en la Facultad de Humanidades y Ciencias de Montevideo” (doc. no. 731106); “Introducción [en] Universalismo Constructivo” (doc. no. 1242032); “Sentido de lo moderno [en Universalismo Constructivo]” (doc. no. 1242015); “Bases y fundamentos del arte constructivo” (doc. no. 1242058); y “Manifiesto 2, Constructivo 100%” (doc. no. 1250878)].