En “Nuestro problema de arte en América” Joaquín Torres García se ocupa de varios frentes. Por un lado, su consabida defensa de la abstracción como pintura opuesta a la imitación de lo real (visible); por otro lado, JTG vuelve a diferenciar la idea de “lo internacional” que se opera en los tránsitos del mundo moderno, respecto a la idea de “lo universal”. De acuerdo a su doctrina, solo anida en el espíritu de la Gran Tradición, en el carácter abstracto de “lo Uno”; en tal sentido esboza una teoría de la “raza americana”, según la cual los criollos de América conforman una civilización “sui géneris”, por ser “biológicamente internacionales”. En otras palabras, “somos los internacionalistas por antonomasia”, afirma, recalcando el carácter cosmopolita de las élites culturales latinoamericanas. El problema que JTG esboza implica cómo convertir la diversidad atolondrada de la raza criolla americana, “biológicamente internacional”, en la serenidad mística de un pensamiento cósmico “espiritualmente universal” (o sea, cómo transferir lo diverso a la unidad). Para tanto, sostiene él que hay que “echar raíz” en la tierra donde se construye el arte nuevo para el cual es inútil la imitación de los modernos europeos; con ese objetivo, propone estudiarlos para crear teoría, para crear pensamiento propio. Precisamente, como ejemplo de un arte nuevo —que en su opinión no es el “arte moderno”, sino el “arte universal”— propone los murales que su grupo acaba de realizar en el Hospital Saint Bois de Montevideo (1944): “Allí está, a no dudar, el punto de partida. Las reglas constructivas, los colores fuertes, la sonoridad y el espíritu de hoy”, que JTG doctrinariamente encuentra ligado, de modo indisoluble, al “espíritu clásico”, intemporal.
En el transcurso de estas reflexiones, JTG alude irónicamente al “invencionismo” de los artistas concretos del Río de la Plata y que gravitan grupalmente en Arte Concreto — Invención, poco después de que apareciese la revista Arturo (1944) en la que interviene el maestro uruguayo. Y es cáustico al señalar: “Cierta gente que se pica de ‘tener cultura’ quiere otro juego; intelectualismo, poesía. Y se deleita con cualquier invención producto de una teoría ingenua o de una seudo creación poética, que suele ser una vulgaridad imaginativa”. JTG no encuentra términos menos agresivos para dar cuenta de su distancia respecto a quienes, en su Manifiesto, habían expresado una tónica combativa en el arte que, sin ambages, confrontaba sus principios: “La estética científica reemplazará a la milenaria estética especulativa e idealista […]. La metafísica […] ha muerto de inanición […]. Nada hay de esotérico en el arte”. Este duro contraste de ideas dará lugar a que Tomás Maldonado, el artista y teórico argentino, fundador de la Asociación Arte Concreto — Invención, publique una severa respuesta al artículo de JTG en el Boletín N°2 de dicha asociación (diciembre de 1946) bajo el título “Torres García contra el arte moderno” [véase en el archivo digital ICAA (doc. no. 730028)].
[Como lectura complementaria, véanse los siguientes textos escritos por Joaquín Torres García: “Con respecto a una futura creación literaria” (doc. no. 730292); “Lección 132. El hombre americano y el arte de América” (doc. no. 832022); “Mi opinión sobre la exposición de artistas norteamericanos: contribución” (doc. no. 833512); “Nuestro problema de arte en América: lección VI del ciclo de conferencias dictado en la Facultad de Humanidades y Ciencias de Montevideo” (doc. no. 731106); “Introducción [en] Universalismo Constructivo” (doc. no. 1242032); “Sentido de lo moderno [en Universalismo Constructivo]” (doc. no. 1242015); “Bases y fundamentos del arte constructivo” (doc. no. 1242058); y “Manifiesto 2, Constructivo 100%” (doc. no. 1250878)].