José Cuneo analiza la obra de Rafael Barradas, fallecido en Montevideo en 1929. Es interesante ponderar la mirada de un artista pintor reconocido en el Uruguay —como era Cuneo en 1930— hacia otro artista que, desde España, había protagonizado el período de las vanguardias históricas europeas. En su artículo ubica a Barradas en la categoría de “artista europeo”, señalando su capacidad de absorber el clima plástico de Barcelona y las innovaciones del viejo continente. No obstante, Cuneo cree descubrir otro tipo de influencias de índole americana y precolombina en algunas de las últimas obras del llamado “período místico” de Barradas. Finalmente, reflexiona sobre la incomprensión del medio local uruguayo hacia su obra.

A la fecha de escribir este ensayo (1930), José Cuneo gozaba de una reconocida trayectoria artística en Uruguay y se detiene a meditar sobre la obra de Rafael Barradas (1890–1929) un año después de su fallecimiento. Siendo estudiante becado, Cuneo ya hizo varios viajes a Europa —en especial a Francia— escenario de diversas novedades vanguardistas. Desde el título, Cuneo se manifiesta como alguien que reflexiona como pintor sobre otro pintor estableciendo una relación de empatía con su propia obra a través del análisis de la del otro, sobre todo en lo que atañe a representación de la luz o de la modulación cromática desarrolladas por Barradas. El artículo  recorre las “escuelas” de Francia con sus momentos de práctica y debates artísticos. A juicio del autor, desde el impresionismo, el país se transforma en centro indiscutible de corrientes plásticas. Cuneo observa en Barradas un creador oriundo de Uruguay, pero que logra transformarse por el influjo pregnante del ambiente europeo; en suma, Barradas es un pintor europeo. Lo compara de modo específico con Vincent van Gogh quien, saliendo de Holanda, pasa a ser un pintor francés. Sin embargo, es la “serie mística” de los últimos años de Barradas la que atrae su atención por sus remanentes americanos, especialmente aztecas: cuerpos poderosos y contorsionados, líneas en arabesco, juego de los planos, grandes masas ciclópeas. Por la fascinación que despliega Cuneo a lo largo de su análisis pormenorizado de las escuelas artísticas de Francia, el autor se vincula a viajeros y críticos uruguayos, los cuales, durante décadas, reconocieron como fundamental esa influencia cultural en el ámbito uruguayo.

[Como lectura complementaria, véase en el archivo digital ICAA los textos sobre el pintor uriguayo: “Barradas” (doc. no. 1243461), y “Barradas el uruguayo” (doc. no. 1197352), escritos por Manuel Abril; “Barradas pintor de eternidad”, de Artur Perucho (doc. no. 1243392); “Carta a Rafael Barradas”, por Alberto Lasplaces (doc. no. 1250919); “De la Tragedia de la Imagen [Barradas]” (doc. no. 1225969), y ”Rafael Barradas” (doc. no. 1243440) de Vicente Basso Maglio; “Emoción ante Barradas”, de Cipriano Santiago Vitureira (doc. no. 1218884); “Los artistas uruguayos en Europa: Rafael Barradas”, de Joaquín Torres García (doc. no. 1228429); “El pintor Juan Carlos Figari Castro”, de Jorge Páez Vilaró (doc. no. 1228547); y “En torno a Barradas”, por Clotilde Luisi (doc. no. 1227809)].