En esta entrevista de la periodista A. Feltra con el arquitecto Carlos Celis Cepero, éste expresa su desacuerdo con las críticas levantadas en Venezuela por el pintor Oswaldo Vigas al proyecto de integración de las artes de Carlos Raúl Villanueva. Igualmente Vigas cuestiona de raíz los aportes que —en materia estética y de función social— habrían realizado los miembros del movimiento abstracto-geométrico, en especial los integrantes de Los Disidentes (París, 1950) Celis Cepero señala la creación, en 1951, del Taller de Arquitectura del Banco Obrero (TABO), a su juicio, un buen ejemplo de experiencia donde artistas abstractos recién llegados de Francia participaron (junto con arquitectos y urbanistas) tanto en el desarrollo de viviendas de interés social como de soluciones para los problemas del planeamiento de la ciudad.

Esta entrevista fue realizada por A. Feltra al arquitecto venezolano Carlos Celis Cepero en el marco de la polémica originada, en el medio artístico nacional, a raíz de las declaraciones del pintor venezolano Oswaldo Vigas (n. 1926), mordaz crítico de corrientes de perfil internacional como la abstracción-geométrica y el cinetismo. En esa época, ponía en duda los aportes ya sea de cuño artístico y urbanístico que habrían hecho Los Disidentes o bien el proyecto de la Ciudad Universitaria de Caracas. Al recoger la narración de Celis Cepero sobre el Taller de Arquitectura del Banco Obrero (TABO, un laboratorio experimental en el que convergieron tanto los nuevos enfoques en materia de urbanismo y vivienda, como el proyecto estético de los artistas abstractos recién llegados de París), el texto pone en evidencia su extrema validez. En tal sentido, esta entrevista rescata la experiencia del TABO como evidencia incuestionable de la participación de los creadores de la abstracción-geométrica en proyectos de índole social, encaminados a la renovación urbana, al mejoramiento de la calidad de vida y poseedores de una visión del hábitat como integración de arte y espacio. De alguna manera, la declaración del Celis Cepero apuntaba hacia la principal inquietud de Vigas; esto es, la poca o nula vinculación del arte abstracto con problemas del hombre contemporáneo y, en consecuencia, la ausencia de una funcionalidad social más allá de su dimensión “decorativa”. El contrapunto resulta sugerente al traer al debate las paradojas subyacentes a toda mirada retrospectiva sobre la modernidad en Venezuela; entre ellas, el desarrollo de un ideal de progreso y renovación, amén de la búsqueda de una identidad anclada en valores nacionales y del pasado.

[Respecto a la obra de Vigas, consúltese el archivo digital ICAA: el texto de Juan Liscano “La reiteración de Vigas” (doc. no. 1152769); el de Roberto Guevara “Vigas: Proceso abierto” (doc. no. 1152753); lo escrito por Marta Traba en “Oswaldo Vigas / Pinturas 1943 – 1973” (doc. no. 1106962); los ensayos de Roberto Montero Castro “Vigas en el ojo ajeno - Plástica e identidad latinoamericana” (doc. no. 1153266) y “Oswaldo Vigas : La lucha por descubrir la identidad americana” (doc. no. 1168108); el texto de Joaquin Gabaldón “La monstruosidad en el arte” (doc. no. 850831); el artículo de Lenelina Delgado “De la pintura al tapiz” (doc. no. 1153365)].