El ensayo del articulista venezolano Joaquín Gabaldón Márquez rastrea el universo estético que da nacimiento a lo que denomina “la monstruosidad en el arte” de Oswaldo Vigas, explorándolo a propósito del Premio Oficial de Artes Plásticas otorgado en 1952 por la obra Gran Bruja; y por el premio en ese mismo Salón Oficial por la obra Mujer Maternal. Al año siguiente, Vigas viajó a París para continuar sus estudios. La serie Las Brujas fue emprendida por Vigas desde 1949, y la obra comentada por Gabaldón pertenece a una etapa de madurez en este estilo. En un principio la serie Las Brujas fue asociada tanto a la pintura de Wifredo Lam como a las reminiscencias del cubismo, ambas mezcladas con estéticas asociadas a las culturas precolombinas. Posteriormente, en la serie ingresan otros valores referentes a la hechicería, a búsquedas orgánicas y telúricas, hasta entroncar con invenciones formales que atienden a un geometrismo más abstracto donde resalta una densa materia y un dibujo más acentuado. Tal es el contexto del lenguaje plástico que comenta Gabaldón, en relación con ese sutil filo que separa y une en Vigas su necesidad de hacer referencia a la naturaleza, al mismo tiempo que se preocupa por “sacar un universo nuevo de substancia pura del pensamiento”. Esta lucha, que el autor ubica como un logro de universalidad en la obra de Vigas, está basada, a su juicio, en la decantación de aquellos signos primigenios de la cultura humana. En torno a la obra de Vigo se encuentran disponibles tanto el texto de Marta Traba como el de Roberto Guevara [consúltese el archivo digital ICAA, “Oswaldo Vigas / Pinturas 1943 – 1973” (doc. no. 1106962) y “Vigas: proceso abierto” (doc. no. 1152753), respectivamente]. Montero Castro entrevistó al artista sobre motivaciones intrínsecas a su propuesta en “Oswaldo Vigas: La lucha por descubrir la identidad americana” (doc. no. 1168108); Lenelina Delgado entrevista al artista en “De la pintura al tapiz” (doc. no. 1153365).