El crítico venezolano Roberto Guevara (1932–98) publicó este texto con motivo de la muestra Columnas policromadas, muestra pictórica individual de Mateo Manaure (n. 1926), organizada por el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas en 1977. En tal ocasión, la propuesta del pintor venezolano se basaba en la interacción y repetición de líneas y colores, con un simple efecto de volumen. Operando en el campo de la abstracción, su trabajo daba continuidad a las Cuvisiones, presentadas al inicio de esa década y basadas en la repetición de formas planas. Por otra parte, las “columnas policromadas” concluyen, de algún modo, el ciclo abstracto del artista, quien retornaría al campo figurativo a principios de los ochenta. La inquietud de Guevara —en analizar los sucesivos cambios en el lenguaje de Manaure— es evidente y se dirige en principio hacia una serie de búsquedas con resultados incoherentes; o, por el contrario, hacia aquellos aciertos en los cuales no llegó a profundizar lo suficiente. Para el crítico, los mayores aportes de Manaure se encuentran en sus propuestas pictóricas en el seno de la abstracción geométrica de los años cincuenta, así como también tras su incursión en el informalismo (véase al respecto la serie Suelos de mi tierra). Más aún, Guevara cuestiona una de sus opciones plásticas de raíz: la referente a que Manaure haya abandonado la abstracción en aras de “un compromiso” asumido con la realidad de Venezuela. En reiteradas ocasiones, Guevara defendió el valor que implican las verdaderas contribuciones en materia plástica, yéndose más allá de los “compromisos” o “causas” que pretendieran ser defendidas por los artistas a través de una propuesta determinada. Con ello, el problema del aporte (en contraposición al del ideal) constituye, para el crítico, un criterio válido para la revisión de la trayectoria de un artista, así como para el señalamiento tanto de sus momentos privilegiados como aquellos menos afortunados.
Como lectura complementaria, hay el texto de Alejando Otero —su compañero de esfuerzos antitradicionalistas con Los Disidentes (París, 1950)— donde traza los inicios de “Mateo Manaure en la pintura: un joven pintor venezolano” [doc. no. 813639]. A su vez, Perán Erminy escribió sobre “Las imágenes poéticas de Manaure” [doc. no. 1156523] referidas, de manera específica, a las llamadas Pinturas sobremontaje.
Respecto a la obra de Mateo Manaure, consulte el texto de Víctor Guédez “La creación estético-visual en Mateo Manaure” [doc. no. 1155531]; los textos de Roberto Guevara “Manaure y la inmensa noche” [doc. no. 1156411] y “Manaure y las Cuvisiones” [doc. no. 1156459]; el texto de Alfredo Boulton “Mateo Manaure en el Museo de Bellas Artes” [doc. no. 1157497]; el texto de Gastón Diehl “Mateo Manaure” [doc. no. 1156491]; el artículo de Teresa Alvarenga “Mi obra de hoy: Mateo Manaure llega a los 50 años” [doc. no. 1156427]; el artículo de Pedro Lhaya “Mateo Manaure o la autenticidad pictórica americana” [doc. no. 1156443]; y el texto en el cual hace Manaure un recuento de naturaleza crítica en torno a la historia de la Escuela de Artes Plásticas de Caracas, “La escuela de artes plásticas de frente y de perfil” [doc. no. 813569].