Respuesta del literato Néstor Espinoza (n. 1938) a la carta del pintor Fernando de Szyszlo, (1925–2017) publicada en la revista Oiga (Lima, 4 de agosto de 1972), donde este oponía reparos artísticos —a su juicio, no políticos— a la sustitución del retrato del conquistador español Francisco Pizarro (1476–1541), por el del precursor indígena de la independencia, Túpac Amaru II, en el salón principal del Palacio de Gobierno. En este texto de Espinoza podría leerse una manifestación oficiosa, pues el diario Expreso (que lo publicó) había sido expropiado por el régimen militar en 1970 y mantenía posiciones militantemente gobiernistas. El llamado Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas, durante su primer periodo (1968–75), se caracterizó por reformas socializantes y por su interés en la representación simbólica. Asumió como emblema la figura de Túpac Amaru II (José Gabriel Condorcanqui, 1738–81), un curaca (cacique) de estirpe incaica que en 1780 lideró la más importante rebelión andina contra el imperio español, aunque relegado en la historiografía criolla tradicional. Entre 1970 y 1971, se había procurado definir una imagen oficial del héroe indigena mediante un concurso artístico que, sin embargo, terminó declarado “desierto”. El gesto simbólico de que se reemplazara la imagen del conquistador español por la del precursor indígena de la independencia no resultó tan polémico como el hecho de apelar para ello al trabajo de Néstor Quiroz López, un simple policía con aficiones pictóricas, a desmedro además de la obra de un reconocido pintor académico como Daniel Hernández (1856–1932), quien incluso dirigió la Escuela Nacional de Bellas Artes desde su fundación (1919) hasta 1932. Esta despreocupación por “lo específicamente artístico” dio lugar a protestas como las del pintor de Szyszlo cuyas declaraciones motivaron esta réplica del escritor Néstor Espinoza. Hacia 1974 el cuadro de Quiroz fue reemplazado por otra semblanza del mismo héroe realizada por un capitán del ejército peruano que luego llegaría a ser general de división, Mario Salazar Eyzaguirre. A su vez, esa versión sería sustituida en 2003 por otra del artista Armando Villegas (1926–2013). Esta polémica puede verse como un antecedente a la que en 2004 se produjo como reacción al retiro del monumento a Pizarro del escultor estadounidense Charles Cary Rumsey (1879–1922) erigida en 1935 en la Plaza Mayor de Lima. La intensidad de ambas discusiones refleja la vigencia que mantiene entre la población peruana el trauma de la conquista y su consiguiente utilización política. [Como lectura complementaria sobre Túpac Amaru II, véanse en el archivo digital ICAA los siguientes textos: del general EP Felipe de la Barra “¿Cómo fue Túpac Amaru?” (doc. no. 865441); (sin autor) “Convocan a concurso: monumento a Túpac Amaru se levantará en el Cuzco” (doc. no. 1053438); de Alfredo Arrisueño Cornejo “Convocan a concurso de pintura para perpetuar la imagen plástica del mártir José Gabriel Condorcanqui” (doc. no. 865422) y “Declaran desierto el Concurso de Pintura ‘Túpac Amaru II’” (doc. no. 865498); (sin autor) “En busca de la imagen arquetípica de Túpac Amaru” (doc. no. 865702); de Daniel Valcárcel “El retrato de Túpac Amaru” (doc. no. 1052165); y de A. O. Z. “Túpac Amaru: ¿verdadero retrato?” (doc. no. 865460)].