Augusto Ortiz de Zevallos (Lima, n. 1949) objeta en esta nota los fundamentos del Concurso Nacional de Pintura convocado por el Ministerio de Educación para definir el retrato oficial de Túpac Amaru II, precursor indígena de la independencia en el Virreinato del Perú. Los reparos son fundamentalmente de tres órdenes. Primero, que se convoque a artistas “a un concurso para historiadores”, pues se les propone dirimir el debate del momento: si Túpac Amaru llevaba o no sombrero. Segundo, al no existir una imagen histórica del personaje, resulta imposible cumplir con el encargo de un retrato fidedigno. Tercero, que “no se va a premiar la pintura como arte sino en función de un dictado”. La suma de esos factores atentaría contra la condición artística de los resultados, pues “obligar a la pintura a lo lectivo y con ello a lo retórico es convertirla en ilustración”. El autor sostiene además que la incitación a una “pasiva y primitiva” veneración a la imagen y no a la concientización del valor cabal del héroe entra en contradicción con las formulaciones revolucionarias de la reforma educativa iniciada por el propio régimen militar.

El arquitecto y urbanista peruano Augusto Ortiz de Zevallos (n. 1949), entonces crítico de arte, objeta en esta nota los fundamentos mismos del Concurso Nacional de Pintura convocado por el Ministerio de Educación para definir el retrato oficial de Túpac Amaru II, precursor indígena de la independencia. Esta es la primera crítica publicada sobre el polémico concurso convocado por el régimen militar en 1970 [al respecto, véase en el archivo digital ICAA de Alfredo Arrisueño Cornejo “Convocan a concurso de pintura para perpetuar la imagen plástica del mártir José Gabriel Condorcanqui”  (doc. no. 865422)]. La nota es publicada en uno de los diarios más influyentes del Perú, El Comercio, a solo dos semanas de emitidas las bases. Los principales lineamientos y objeciones que aquí aparecen serán medulares para las diversas voces que posteriormente se declaran en contra del certamen.

José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II (1738–81), fue un curaca (cacique) de estirpe incaica que en 1780 lideró la más importante rebelión andina contra el imperio español. Relegado en la historiografía criolla tradicional, su figura fue asumida como emblema por el llamado Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas durante su primer periodo (1968–75), caracterizado por reformas socializantes y por su fuerte interés en la representación simbólica. Artistas y diseñadores como Jesús Ruiz Durand (n. 1940) le dieron a su imagen “ensombrerada” una presencia gráfica que se volvería clave para entender los usos políticos de la creación plástica.

[Como lectura complementaria sobre Túpac Amaru II, véanse en el archivo los siguientes textos: del general EP Felipe de la Barra “¿Cómo fue Túpac Amaru?” (doc. no. 865441); (sin autor) “Convocan a concurso: monumento a Túpac Amaru se levantará en el Cuzco” (doc. no. 1053438); de Alfredo Arrisueño Cornejo “Declaran desierto el Concurso de Pintura ‘Túpac Amaru II’” (doc. no. 865498); (sin autor) “En busca de la imagen arquetípica de Túpac Amaru” (doc. no. 865702); y de Daniel Valcárcel “El retrato de Túpac Amaru” (doc. no. 1052165)].