En el Perú, durante la década de los cincuenta, quizá el principal factor del rechazo al arte abstracto fue su identificación con “lo cosmopolita”; tal juicio negativo se representa cabalmente en la imagen del “despaisado”, descrita en el presente artículo publicado en el diario La Prensa (Lima, 13 de julio de 1954). El escritor Sebastián Salazar Bondy (1924–65) hace aquí una apasionada defensa del “paisanaje” —o ligazón espiritual a la “nación”— como valor artístico fundamental. Dos días después de publicado el artículo, retoma el tema en su comentario a la exposición de pintores surrealistas, presentada a lo largo de julio de 1954 en la Galería de Lima. Parte de una ambiciosa temporada de arte internacional que marcó época en la capital peruana, esta muestra permitió ver, por primera vez, un conjunto de pinturas de grandes maestros de esa tendencia como Francis Picabia, René Magritte, Wifredo Lam o Max Ernst. De hecho, si frente a tales obras era imperioso referirse al papel jugado por el surrealismo en la conformación del arte moderno, la polarizada crítica local tomó posición inmediata frente al rumbo “no figurativo” asumido por el movimiento. Al respecto, Salazar Bondy y el escritor Juan Ríos (1914–91) vieron trazarse en los lienzos de la corriente expuesta, a partir de una inicial actitud vital y sincera, la génesis de toda una decadencia: un arte autorreferencial —abstracto— separado del hombre común. Asumiendo la posición contraria, el teórico y arquitecto modernista Luis Miró Quesada Garland (1914–94) no sólo destacó en esas obras lo que consideraba una paulatina depuración de los valores plásticos; ensayó, además, una defensa del cosmopolitismo confrontando irónicamente la idea de “paisanaje” con fragmentos de los propios comentarios de Salazar Bondy a la muestra surrealista. En su respuesta, este último daría por terminado cualquier intercambio con Miró Quesada Garland, al argüir un descenso en el nivel de la argumentación.
[Como lectura complementaria sobre las polémicas de los modernistas peruanos y los partidarios de un arte socialmente comprometido, véanse en el archivo digital ICAA los siguientes textos: de Fernando de Szyszlo “Dice Fernando Syszlo que no hay pintores en el Perú ni América: el joven pintor peruano declara sentir su pintura y la de los demás pero no puede explicarla” (doc. no. 1137793); y del crítico Samuel Pérez Barreto “Pintura: la guerra de los pintores: plumas por pinceles” (doc. no. 1137839); “Arte: la guerra de los pintores” (doc. no. 1137856); y “Polémica: ‘polémica Espacio’” (doc. no. 1137916). Además, consúltense los textos de la conferencia del escritor Sebastián Salazar Bondy, bajo el título de “Cómo la pintura ha buscado al Perú”, en tres partes: “El arte colonial entendido como represión” (doc. no. 1138058); “Los que intentan vencer el complejo” (doc. no. 1138075); y “Hallazgo de la realidad perdida: siglo XX” (doc. no. 1138092). Otros textos de Salazar Bondy que pertenecen a esta discusión sobre el nacionalismo incluyen “En torno al desarraigo” (doc. no. 1138565); “Artes plásticas” (doc. no. 1138582); y “Punto final” (doc. no. 1138231). En contrapartida, véase la contribución al debate de Miró Quesada Garland, el principal ideólogo del modernismo artístico peruano, con los artículos “En blanca y negra” (doc. no. 1138753), (doc. no. 1138772), (doc. no. 1138599), (doc. no. 1138718) y (doc. no. 1138248)].