El ensayo del pintor Lasar Segall, publicado en el libro A comunidade judaica no Brasil, reúne fragmentos de otros dos textos escritos por él entre 1939 y 1940 con respecto a la producción de artistas judíos. Dicha formulación de “artistas judíos” ofrece, por sí sola, el tono de los escritos de Segall, los cuales procuran responder a la pregunta hecha sobre la existencia (o no) de un arte judaico. A su juicio, no hay características netas que permitan la determinación de un arte genuinamente judío. El hecho de que haya un lienzo con ciertos motivos judaicos, y pintado por un artista judío, no resulta en el motivo por antonomasia para decretar “arte judío”. Lo que sí existe, en cambio, opina él, es una plétora de artistas judíos valiéndose de los más diversos modos de trabajo: Pissarro, Chagall, Modigliani, Max Liebermann… sólo para ejemplificar y entre muchísimos otros. Bajo los lindes de tal perspectiva, los artistas judíos bien pueden compartir predicados del tipo: “profundo sentimiento humano”, algún “detalle de impugnación” o, incluso, una “inconformidad con la estética ‘pura’ en el arte”; no obstante, ninguno de ellos implica ser atributo exclusivo de un pueblo.  

Lo que Lasar Segall llama “contenido judaico” aparece en la obra del artista en muy diversos momentos de su carrera: desde sus grabados sobre las víctimas del pogromo (a partir de 1910) hasta las representaciones que hace de campos de concentración nazis (1945), pasando por obras tales como Festa religiosa (1920) y la serie Folhas comemorativas [Hojas conmemorativas, 1922]. En Brasil, Segall fue víctima de actos de antisemitismo que se difundieron por todo el país durante el Estado Novo de Getúlio Vargas (1937?45). Ejemplo marcante de ello, es el haber sido excluido de la SPAM (Sociedade Pró-Arte Moderna) —que él mismo ayudó a fundar en 1932— por prejuicios étnico-religiosos de algunos integrantes de dicha sociedad, miembros de la élite socioeconómica de São Paulo que se identificaban entonces con el Movimento Integralista encabezado por un católico conservador, Plínio Salgado. El movimiento fue una versión brasileña de las juventudes nazis, vistiendo ropas de cuartel color caqui e identificándose —en vez de con una suástica— con el signo “∑” de sumatorio a modo de los “fascios” (manojos) fascistas y en referencia a la propia integral matemática.

Lasar Segall (1891?1957) fue un artista nacido en la comunidad judaica de Vilna (Lituania). Ingresó a la Escuela de Artes Aplicadas de Berlín, llegando a frecuentar, a principios de siglo, la Academia de Bellas Artes. Viaja a Brasil en 1912, donde ya residían sus hermanos, y el Centro de Ciências e Artes de Campinas (São Paulo) adquiere una obra suya: Cabeça de menina russa (1908). Vuelve a Europa durante los años de la Primera Guerra Mundial. Funda con pintores alemanes (como Otto Dix) el Dresdner Sezession – Gruppe 1919. A partir de una Exposición de Arte Ruso en Hannover (1921) establece vínculos con Kandinsky. En 1923 vuelve al Brasil. Decora con pintura mural el Pavilhão de Arte Moderna, lugar de reunión de intelectuales y de artistas y casa de la gran promotora de la Semana de Arte Moderna de 1922, la Sra. Olivia Guedes Penteado. La obra merece la reseña de Mário de Andrade, quien identifica así su “fase brasileña” (1924?28). Participa de la Primeira Exposição de Arte Moderno del SPAM (1933) y se integra al proyecto Spamolândia (1934). Tres pinturas suyas y siete grabados participan de la muestra Entartete Kunst Ausstellungsführer [Muestra directriz de arte degenerado] que organizan los nazis (Múnich, 1937) para desprestigiar el arte moderno. En la década de los cuarenta viaja, hace escenografías e ilustra libros y revistas; su obra cumbre, Navio de emigrantes (1939?41), merece el elogio de George Grosz.

Para mayor información sobre los escritos del pintor en su aporte al pensamiento sobre arte en Brasil, véase la conferencia “O expressionismo” [doc. no. 783352] y la entrevista “O que é a SPAM, que se inaugurou quinta-feira à noite” [doc. no. 783486].

El reconocido crítico, poeta, musicólogo y agente cultural Mário de Andrade (1893–1945) siguió de cerca la trayectoria de Segall en Brasil, escribiendo algunos artículos que trazan, en palabras suyas, una “biografía plástica” del pintor durante su residencia en el Brasil [doc. no. 783393]. Además, presenta el álbum de dibujos de la obra Mangue hechos por Segall [doc. no. 1111411].

Hubo también gran interés en las 82 páginas que le dedica la “Revista Acadêmica: número de homenagem a Lasar Segall” [doc. no. 1110322] y un texto de crítica de Abilio Álvaro Miller, “Um pintor de almas” [doc. no. 1084988].