En este artículo, escrito a propósito de la exposición de la pintora y grabadora venezolana Mercedes Pardo en el Museo Alejandro Otero (Caracas 2000–2001), Bélgica Rodríguez aborda curatorialmente tres aspectos preponderantes, a su juicio, en su obra pictórica: el color, analizado como elemento plástico, como expresión mística y como depositario de un imaginario colectivo; la “estructura”, considerada como eje vertebral que guía la pintura de Pardo a partir de los sesenta; y el espacio, estructurado sin ambigüedad siguiendo el canon del “espacio cúbico” y como “espacio universal”. La curadora  aporta datos sobre el carácter de Mercedes Pardo, sobre su perseverancia y la experiencia de soledad que “nos transmite en cada pintura”.  Concluye que su trabajo, “como muy pocos, se ha mantenido firme y fiel a su credo plástico: la geometría de la forma y el color”. 

El artículo sobre la exposición de pintura y grabado de Mercedes Pardo (1921–2005) —realizada en el Museo Alejandro Otero (Caracas 2000–2001)— fue publicado por la curadora Bélgica Rodríguez (n. 1941) primero en la prensa (El Nacional, 26 de diciembre 2000) y luego en el catálogo de la muestra publicado en 2001. En su texto, Rodríguez considera a Pardo como “la gran colorista del arte venezolano”, haciendo referencia a aquellos aspectos de su obra (color, espacio) más resaltados por los críticos. Sin embargo, el texto de Rodríguez aporta algo importante al señalar que la “estructura” es el eje vertebral que guía su trabajo pictórico, y por lo tanto —según la crítica— es clave para analizar la producción de la artista a partir de los sesenta. Además, observa en estas obras una estructura sólida que funciona como hilo conductor; esto le permite realizar un “ensayo de análisis de estructura” (en las obras expuestas) iniciado con la pintura Composición (1959) y concluido con El desvelo o Contraste (2000). Sólo una “retrospectiva selecta” le ha permitido a Rodríguez descubrir esta posibilidad de analizar la obra de Pardo a partir de su “estructura” y, desde de allí, establecer ciertas conclusiones; entre ellas, cómo la autonomía de las formas en el espacio ha sido una constante en la obra; cómo, en sus comienzos, estas formas estuvieron supeditadas al color y progresivamente derivan hacia amplios planos de color, perdiendo así su condición de “forma geométrica” para convertirse en “espacio de color”.

Para un ensayo crítico sobre la artista, hay el texto de su compañero de toda la vida, Alejandro Otero, publicado en 1969, “Mercedes Pardo: color de la serigrafía” [doc. no. 1143176].

Para otros textos sobre Pardo, consulte la entrevista de Ruth Auerbach “La creación como argumento” [doc. no. 1143060]; el texto de Roberto Guevara “Color y módulos en Mercedes Pardo” [doc. no. 1155991]; la entrevista de Margarita D’Amico “Mercedes Pardo: 1 x 9” [doc. no. 1155959]; el ensayo sobre la pintora de Elizabeth Schon “La plenitud más plena” [doc. no. 1102269]; y texto de la ensayista María Fernanda Palacios sobre la pintora “Pintura y vida” [doc. no. 1102253].