Después de haber presentado el 28 de diciembre de 1948 la primera muestra individual en su historia expositiva (Alejandro Otero: Still-Life, Themes and Variations) de 23 óleos, en la Unión Panamericana de Washington DC, Alejandro Otero (1921?90) presenta su exposición de 37 telas en el Museo de Bellas Artes de Caracas (del 30 de enero al 9 de febrero de 1949). El catálogo que acompañó esa muestra, Alejandro Otero, constituye un documento clave para la historia del arte venezolano. Más allá de la calidad de sus contenidos, marca el inicio de momentos medulares de la historia del arte moderno. En primer lugar, se trata del catálogo de la primera muestra individual de Otero en Venezuela, de quien se convertiría en uno de los grandes maestros del abstraccionismo venezolano e internacional. En segundo lugar, es testimonio de la primera exposición de un artista abstracto en su país, y, por lo tanto, del iniciador del abstraccionismo en el arte venezolano. En tercer lugar, la exposición de Otero de 1949 causó gran revuelo en la comunidad cultural nacionalista dando lugar a una polémica en la prensa que se prolongará hasta los años cincuenta, conocida coloquialmente como polémica de Las Cafeteras, por ser estas las obras que más impresionaron al público, aunque además el artista exhibió otras series y obras [Las cacerolas; El pote azul; El candelero florentino; El candelero verde; El pote y el espejo de tres cuerpos; El cráneo y el espejo de tres cuerpos; Los cráneos; La taza de la línea amarilla; La botella y la lámpara].
En cuanto a los contenidos del catálogo, la selección de fragmentos críticos y el registro completo (catálogo propiamente dicho) de las series de telas trabajadas por Otero durante tres años, a partir del año siguiente de su llegada a París en 1945, es decir, desde octubre de 1946 cuando, según Boulton, inicia la serie Las Cafeteras, poseen mayor valor documental para la historia del arte en Venezuela y latinoamericano que el ensayo del crítico francés de arte François Sego. Es un texto de teoría general con elementos de psicología del arte, estética y fenomenología, donde el autor indaga rasgos de la pintura moderna y su crisis en esta época (1948) y solamente en el último párrafo menciona a Otero, casi a modo de ilustración pictórica de sus teorías. Y en este sentido, llama la atención que, en una carta que escribe Otero a Alfredo Boulton (París, 17 de octubre de 1948), publicada en el libro He vivido por los ojos 1946?1974, de Ariel Jiménez (2001), le habla de todos los preparativos de las exposiciones en Washington DC y Caracas sin mencionar al autor del ensayo.
Para una carta anterior de Otero a Boulton (10 de abril de 1948) escrita en París, consulte en el archivo digital ICAA “Carta a Alfredo Boulton” (doc. no. 850255). Para otros textos críticos sobre la obra de Otero, vea el texto de J. R. Guillent Pérez, otro miembro de Los Disidentes, “Realidad e irrealidad. El postigo de Alejandro Otero” (doc. no. 1172158); lo escrito por Guillermo Meneses en “La exposición de Alejandro Otero Rodríguez” (doc. no. 1097092); el texto de Roberto Guevara “La vertical vibrante de Maracay, 1968” (doc. no. 1168201); del periodista Héctor Mujica “La nueva plástica venezolana” (doc. no. 850512); y de la escritora Elizabeth Schon “Los coloritmos de Alejandro Otero” (doc. no. 1172142).