En 1968 fue instalada, en las afueras de la ciudad de Maracay (estado Aragua, Venezuela), la escultura Vertical vibrante, una obra de escala monumental proyectada por el pintor y escultor venezolano Alejandro Otero (1921–90). El autor del texto reflexiona aquí sobre el evento y su significación dentro de la plástica nacional; en efecto, desde 1967 Otero había dirigido sus esfuerzos a materializar obras para el espacio urbano, las cuales integraran al mismo tiempo la cualidad cinética y las fuerzas de la naturaleza (la luz, el viento y el agua, según el caso). Un evento de importancia en este período fue la participación de Otero en el proyecto de la Zona Feérica de El Conde (Caracas), espacio ferial que ligaría el espectáculo Imagen de Caracas con motivo del cuatricentenario de la capital y para el que Otero diseñó una serie de esculturas. De acuerdo con Roberto Guevara (1932–98), la Vertical vibrante formaba parte del conjunto original del parque ferial; sin embargo, sólo pudo ser instalada en la ciudad de Maracay. Además de reconstruir esta genealogía necesaria para el caso, el autor sitúa el principal aporte de Otero al arte venezolano del momento en su proyección hacia el espacio público, desviándose, en cierto modo, de los espacios convencionales de exhibición ?¿o aislamiento?— del arte. En tal sentido, Guevara recupera en esta obra pública de Otero su condición funcional, a partir de su interacción estética y fáctica con el mundo real; en otras palabras, el espacio de la urbe y la manifestación de los elementos. El autor resalta la cualidad de “real”, presente en la Vertical vibrante, lo que apunta al reconocimiento (en ese momento específico) de una experiencia diferente de ciudad, de patrimonio común y de arte público.
Para otros textos críticos sobre la obra de Otero, consulte el texto de J. R. Guillent Pérez “Realidad e irrealidad: El postigo de Alejandro Otero” [doc. no. 1172158]; el ensayo de Guillermo Meneses “La exposición de Alejandro Otero Rodríguez” [doc. no. 1097092]; el texto de François Sego incluido en el catálogo de la exposición “Alejandro Otero” (1949) [doc. no. 850732]; el ensayo del periodista Héctor Mujica “La nueva plástica venezolana” [doc. no. 850512]; y el ensayo de la escritora Elizabeth Schon “Los coloritmos de Alejandro Otero” [doc. no. 1172142].