Capítulo del libro Perú: Problema y posibilidad del destacado historiador peruano Jorge Basadre (1903–80) sobre la obra del iniciador del indigenismo pictórico peruano José Sabogal (1888– 1956). El indigenismo pictórico tuvo auge en el Perú entre las décadas de los veinte y los cuarenta. Se inserta en un movimiento más amplio dentro de la sociedad peruana: la redefinición de la identidad nacional en función de componentes autóctonos. Si bien en determinados momentos estuvo abocado a la revaloración de “lo indígena” y de un pasado incaico, considerado glorioso, también asumió la defensa de una identidad mestiza como integración de “lo nativo” y “lo hispánico”. El principal ideólogo y líder indiscutido del indigenismo en las artes plásticas fue José Sabogal (1888-1956), para cuyo profundo sentido de “lo raigal” influyeron decisivamente las tendencias regionalistas en el arte de España (Ignacio Zuloaga [1870-1945], entre otros) y en la Argentina (Jorge Bermúdez [1883-1926], por mencionar uno); países en lo que Sabogal pasó largos años formativos. Al volver al Perú, a finales de 1918, se instaló en el Cusco, donde pintó cerca de cuarenta óleos sobre personajes y vistas de esta ciudad, luego exhibidos en Lima (1919). Tal exposición se considera como el inicio formal del indigenismo pictórico en el Perú. Su segunda muestra individual limeña fue en las salas del Casino Español (1921), y con ella consolidó su prestigio. En 1920, Sabogal se integró a la plana docente de la nueva Escuela Nacional de Bellas Artes hasta asumir su dirección (1932-43). Allí formó a un grupo de pintores que se adhieren al movimiento indigenista: Julia Codesido, Alicia Bustamante (1905-68), Teresa Carvallo (1895-1988), Enrique Camino Brent (1909-60) y Camilo Blas (1903-85). El presente texto forma parte del libro Perú: Problema y posibilidad (Lima, 1931) del notable historiador peruano Jorge Basadre (1903–80). El autor plantea que frente a la circunstancia problemática del Perú actual, se debe hurgar en el pasado —compuesto por realidades parciales e imperfectas que son las que han dado lugar a la síntesis fallida del presente— para encontrar la posibilidad de un proyecto para el porvenir. Basadre se opone a ciertas corrientes localistas imperantes en las primeras décadas del siglo XX (incaísmo o colonialismo), que sobrevaloran una parte de la historia peruana proponiendo, en cambio, una nacionalidad integral. El capítulo duodécimo penetra, de lleno, en el terreno artístico. La posibilidad Basadre la vislumbra en la obra de Sabogal, en la que advierte una visión integral del Perú actual, que no evoca ni la suntuosidad del Imperio Incaico, ni los atractivos de la Colonia, sino que recoge la esencia de los diversos aspectos que componen el país. En 1978 se publica una nueva edición de este libro que incluye la versión facsimilar del texto de 1931 con un apéndice titulado "Algunas reconsideraciones cuarenta y siete años después". En la revisión del capítulo duodécimo, Basadre hace notar omisiones como la referencia a expresiones artísticas provenientes de la época prehispánica —cerámica, textilería, arquitectura—, las transformaciones que algunos géneros tuvieron durante el período virreinal (la escultura, la pintura, el traje, la música, la danza). Se destaca la labor de Sabogal y sus discípulos en su reivindicación del arte popular peruano. [Hay un buen número de textos sobre el pintor en el archivo digital ICAA, de los cuales destacamos los del propio Sabogal: “Arquitectura peruana: la casona arequipeña (doc. no. 1173340); “La cúpula en América” (doc. no. 1125912); “Mariano Florez, artista burilador de "mates" peruanos, murió en Huancayo: José Sabogal su admirador y amigo, le rinde homenaje” (doc. no. 1136695); “Los mates burilados y las estampas del pintor criollo Pancho Fierro” (doc. no. 1173400); “Los 'mates' y el yaraví” (doc. no. 1126008); “La pintura mexicana moderna” (doc. no. 1051636); y “Sala de arte popular peruano en el Museo de la Cultura : selecciones de arte” (doc. no. 1173418)].