Nota en la que José Sabogal evoca la vida y obra de Mariano Flórez (o Flores), su artífice popular de mates (calabazas) burilados de la zona ayacuchana de Huanta, a quien el autor había conocido y de cuya supuesta muerte acababa de enterarse.
En su esfuerzo por encontrar el verdadero “arte peruano”, los pintores del movimiento indigenista en el país no solo se valieron de motivos locales en su propia producción, sino que, además, iniciaron el estudio y revaloración de la plástica popular. Viajaron por todo el país, poniéndose en contacto con artífices nativos y mestizos, cuyos nombres y obras empezaron a dar a conocer en la capital del Perú. El propio José Sabogal escribió varios artículos y libros pioneros sobre el tema, prestándole atención especial al mate burilado debido a la continuidad de esa producción desde tiempos prehispánicos y a la riqueza de sus transformaciones durante la época virreinal y la republicana. Ello le permitió al fundador del indigenismo pictórico percibir en esta técnica una materialización importante de su propio discurso sobre el mestizaje como paradigma del “arte nacional”, línea en la cual se ubica el presente texto.
Mariano Flores fue uno de los buriladores de mates más importantes de la zona del Bajo Mantaro (Ayacucho). Fue dado a conocer por Sabogal a través de este artículo, que reconoce, con nombre y apellido, públicamente en el Perú, el valor y la identidad de un artista popular andino; el texto apareció acompañado de un retrato (dibujo llevado a la xilografía por Sabogal en 1942). Flores era quechua-hablante y analfabeto —por lo que su nombre, si bien quedó registrado en algunas de sus obras, jamás tuvo ortografía definida (Sabogal usa Flórez; otros intelectuales registran Flores, tomado como definitivo). Sabogal escribe este texto como tributo por su muerte, pero investigaciones posteriores (y el hallazgo de su partida de defunción en 1949) lo cuestionan, Error debido a las dificultades de comunicación con pueblos alejados.