En Brasil, en la década de los cincuenta, circularon las expresiones de “arte informal”, “tachismo” y “abstracción lírica” refiriéndose a la pintura de manchas, de gotas y signos gráficos empleada, entre otros, por Antonio Bandeira, Manabu Mabe, Tomie Ohtake y Flávio Shiró (con excepción del primero, todos con un fuerte lastro de cultura gráfica ideográmica). Mário Pedrosa se torna entusiasta del arte signográfico, volcándose contra lo que supone ser una mera distorsión del concepto de “forma”, implícito en la palabra informal y designando una modalidad de abstracción: “Forma es el elemento inicial de toda percepción y sin ella sería imposible percibir nada (…). Mancha, por otra parte, es la primera de las formas que se ven en las experiencias perceptivas de la Gestalt que las estudia (…)”. Para el crítico, la llamada pintura tachista es, de hecho, una pintura de manchas, en la cual “predomina el fondo sobre la figura”. Al contrario, en el arte que define Pedrosa como “signográfico”, la forma prevalece sobre el fondo. Aunque sean “actitudes estéticas y sicológicas de considerables diferencias”, ambas se identifican bajo la misma designación clasificatoria. Sólo al final de su artículo, Pedrosa entra en sintonía con Jaime Maurício, quien postulaba el nombre de Antonio Bento para organizar una exposición representativa de los “informalistas brasileños”.
El intelectual y político Mário Pedrosa (1900–81) es, sin lugar a dudas, el teórico y crítico vertebral del arte brasileño en el siglo XX. Fue inicialmente redactor de política internacional para el Diário da Noite, afiliándose desde la década de 1920 al PCB (Partido Comunista Brasileño). Estuvo preso en 1932 por su militancia política (entonces trotskista). Durante el Estado Novo getulista, vive el exilio en Francia y Nueva York, y sólo regresa al Brasil en la posguerra, colaborando en el Correio da Manhã. Su antiestalinismo lo lleva a fundar el semanario Vanguarda Socialista. Presenta una tesis de docencia en estética, “Da natureza afetiva da forma na obra de arte” (1949), en la Faculdade de Arquitetura (Río), donde coloca todo su bagaje filosófico y de sicología de la Gestalt, siendo en esa época uno de los fundadores de la AICA (1948) y organizador del Congreso Internacional de Críticos de Arte (Brasilia, 1959). Escribe la columna de crítica de arte en Tribuna da Imprensa (1950–54) y, en esa década, es miembro organizador de la II y III bienales de São Paulo (1953 y 1955), pasando a dirigir el MAM-SP (1961–63). Es secretario del Consejo Nacional de Cultura en el breve gobierno de Jânio Quadros. Durante la dictadura militar se refugia en Chile y pasa a dirigir en Santiago el Museo de la Solidaridad; tras el golpe de Pinochet (1973) parte a La Habana como secretario del Museo de la Resistencia Salvador Allende. Sólo regresa al Brasil en 1977 (durante los inicios de la Amnistía) y es el primero en firmar el manifiesto de creación del PT (Partido dos Trabalhadores, 1980). Su vastísima biblioteca (8 mil volúmenes) está parcialmente accesible en la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro.
[Como lectura complementaria, véanse en el archivo digital ICAA los siguientes textos de Mário Pedrosa: “Abstração ou figuração ou realismo?” (doc. no. 1085648); “Arquitetura e crítica de arte” (doc. no. 1086553); “Crise nas artes individuais” (doc. no. 1110406); “Da abstração a auto-expressão” (doc. no. 1085707); “Da lógica na apreciação artística” (doc. no. 1086587); “Debate: o artista e a crítica” (doc. no. 1110951); “Lições do Congresso de Críticos” (doc. no. 1110410); “Paulistas e cariocas” (doc. no. 1085056); “Pintura brasileira e moda internacional” (doc. no. 1126469); y “Problemas da pintura brasileira” (doc. no. 1075171)].