Dentro del marco interrogante del arte abstracto, el arquitecto Luis Miró Quesada niega categóricamente la posibilidad de equiparar el funcionalismo arquitectónico con la pintura, según sugiere Sebastián Salazar Bondy, porque, de ser posible, la pintura nacería de una “necesidad espiritual” y sin “finalidad utilitaria”. Defiende, en cambio, la proximidad de la música concreta y la figuración, ya que considera que ambas parten de impresiones externas. No obstante, opina que existen diferencias entre el problema de la “expresión poética” y el referente a “la pictórica”; para ilustrarlo, transcribe versos de César Vallejo y Pablo Neruda procurando sostener que la poesía no busca la función referencial de la palabra, sino su “eficacia de encantamiento”. Si bien concuerda con su contrincante en que el arte es interrogación y trascendencia, el arquitecto rechaza que la abstracción se vea imposibilitada de expresarlas.

Respuesta de Luis Miró Quesada Garland —en su columna “En blanca y negro” del diario El Comercio— al artículo publicado por Sebastián Salazar Bondy el día anterior donde cuestiona la falta de espiritualidad y utilidad del arte abstracto.

En el contexto peruano, los debates sobre la abstracción se abrieron con la discusión provocada por las declaraciones del pintor Fernando de Szyszlo (n. 1925) a su regreso de París en 1951 —“en el Perú no hay pintores” [véase en el archivo digital ICAA, “Dice Fernando Szyszlo que no hay pintores en el Perú ni América: el joven pintor peruano declara sentir su pintura y la de los demás pero no puede explicarla” (sin autor) (doc. no. 1137793)]. Sin embargo, éstos alcanzaron mayor intensidad durante los años 1954 y 1955, debido a la injerencia tanto del arquitecto Luis Miró Quesada Garland (1914–94) como del escritor Sebastián Salazar Bondy (1924–65), los principales ideólogos del antagonismo entre abstracción y realismo, respectivamente. El primer altercado entre ambos lo motivó la polémica muestra de pintores italianos contemporáneos, exhibida en la Galería de Lima, en mayo de 1954. El lenguaje no-figurativo de esas obras fue entonces percibido como insólito; en particular, en referencia a los experimentos con materiales llamados “pobres” de Alberto Burri (1915–95). Esto ocasionó las críticas ya sea de Antonio Flórez Estrada (1898–1954) ver su artículo “De Arte: la muestra de óleos de pintores italianos contemporáneos en la Galería de Lima” (doc. no. 858745)] o bien de Salazar Bondy, [“Artes plásticas: pintores italianos contemporáneos” (doc. no. 857210)], quienes le negaron cualquier posibilidad de trascendencia a la abstracción. La respuesta contraria vino de Luis Miró Quesada Garland [“Opinión sobre las críticas al arte abstracto” (doc. no. 858807)], y originó un áspero intercambio con Bondy, quien defendía, a capa y espada, el compromiso social del artista en la obra de arte. [Consultar los textos con el mismo título “Artes plásticas: sobre arte abstracto” (doc. no. 858965), (doc. no. 859038) y (doc. no. 859095) de Bondy; y el artículo de Garland “Sobre el arte abstracto” (doc. no. 858994)].