Este texto de Mary Sabbatino, vicepresidenta de Galerie Lelong & Co (Nueva York), presenta una importante perspectiva que relaciona el dibujo con el video, según lo propuesto por Juan Downey (1940-93). El artista chileno es reconocido principalmente por ser pionero en el videoarte. La autora advierte que Downey es capaz de desarrollar la técnica tradicional dibujística con virtuosismo, a la par de explorar y experimentar con el video. Lo plantea como una paradoja al equilibrar la modernidad con la postmodernidad, la cual representaría la fragmentación propia del arte contemporáneo y el montaje en video. Este texto fue publicado con motivo de la exposición Juan Downey: Instalaciones, Dibujos y Videos. Museo Nacional de Bellas Artes, realizada en 1995. Primera muestra realizada en Chile, tras su fallecimiento en la Ciudad de Nueva York, donde se había radicado desde 1969. [Para otros textos de este catálogo consúltese en el Archivo Digital ICAA “Viaje hacia la totalidad” (doc. no. 739212) de Carlos Aldunate; “Reelaborando la modernidad de Juan Downey en The thinking eye” (doc. no. 739203) de John Hanhardt; “Paideia de Juan Downey” (doc. no. 739185) de Pablo Oyarzún; y “Nueva York, abril 1990” (doc. no. 745642) del propio Downey].
Su trayectoria estuvo marcada por una búsqueda medial autodidacta que le permitió afianzar una obra inédita. A los 22 años, tras graduarse de arquitecto, partió de Chile hacia Alemania, estudió pintura en España, para luego ir a Francia, donde se interiorizó en el grabado. Finalmente, a mediados de los sesenta, se radicó en Estados Unidos, lugar desde el cual viajó a diferentes países, puesto que el encuentro con otras culturas era parte constitutiva de su poética. Sabbatino señala que, como exiliado, Downey carga con un doble peso: mantener la “memoria” de su patria y saber adaptarse a una cultura nueva sabiendo que es imposible conjugar ambas realidades. La escritora Diamela Eltit (n. 1949) en el texto “Madre Patria” (doc. no. 735694) sostiene que Chile era una de sus obsesiones, puesto que sus videos pueden entenderse como constante homenaje. Se presenta así una nueva perspectiva que enfoca al artista relacionándose con esa condición. Downey se refiere a esa extrañeza (en los inicios de su trabajo) en el texto “El olor del aguarrás” (doc. no 735687); en él, recuerda su encuentro con un idioma totalmente extraño y a pesar de ello sentirse acogido. Así, el video también le resultaba como una lengua ajena en la cual se sentía autodidacta. Para Sabbatino el valor del dibujo radica en haberle permitido a Downey realizar ideas, independiente de lo hecho en video, su faceta más reconocida.