En este númerode Revista de avance del 15 de agosto de 1927, la sección Directrices cuenta con tres notas. En la primera se informa sobre la noticia del procesamiento judicial contra José Z. Tallet, editor de avance. Tallet y Martí Casanovas, otro de los editores, habían sido llevados a un centro de detención pues estaban implicados en un “presunto complot comunista”. La nota aboga por el derecho a la libertad de “profesar determinadas tendencias políticas o sociales” en una sociedad democrática.
La segunda nota critica a las instituciones educativas, en particular la Universidad de La Habana. Los editores de la revista advierten sobre la complejidad de una empresa como la reforma universitaria, sobre cuya necesidad se hacían comentarios y opiniones. Para los editores, la reforma debía empezar con la enseñanza secundaria, de la cual se habían desplazado los estudios de latín y griego, pues la “superiorización” de estos estudios afectaba la profundidad con que se impartían y estudiaban. El análisis de esta nota se enfoca en las humanidades, ya que esta área había sufrido mucho tras el debate sobre su valor entre tradicionalistas y positivistas. Los editores se quejaban de que entre los cursos básicos de la universidad no se estudiara geografía, historia de Cuba, historia de la filosofía o estética; y que sin embargo se enseñara un curso “absurdo y dogmático” de moral y otros “superficialísimos” de psicología y de sociología.
La última nota celebra un programa de becas para viajar y estudiar en España que la Institución Hispano-Cubana comenzaría a ofrecer prontamente a jóvenes cubanos. La nota reflexiona sobre el proceso de selección y advierte de que, debido a que la enseñanza universitaria se concentraba en la preparación profesional, dificultaba la “exteriorización de vocaciones intelectuales”. Era importante, planteaban, que se atendiera a las vocaciones intelectuales y emocionales que los becarios manifestaban consistentemente. Reclamaban, además, que dicha premiación fuera “sin pergaminos ilustres”. Con esta crítica a los estudios profesionalizantes, los editores de avance daban valor a la importancia de una enseñanza de valores éticos y de rigor intelectual.