En este número de Revista de avance del 30 de mayo de 1927, la sección Directrices cuenta con cuatro notas. En la primera los editores abogan por un “teatro de arte” que podría desarrollarse tomando inspiración y siguiendo el ejemplo de la compañía de Duvan Torzoff. El director de teatro ruso presentaba en el teatro Payret de La Habana un espectáculo de tipo “chauve souri” [grupo itinerante que ofrecía un espectáculo de variedades, de revista] que despertó el interés del grupo de intelectuales que integraban Los Cinco. En la nota se le reprocha al vasto público que recibió el espectáculo por “la enorme campana neumática de incomprensión”, mientras se insiste en la importancia de tal suceso dentro del ámbito intelectual y artístico.
La siguiente nota critica fuertemente el pacto de paz que se había llevado a cabo en Nicaragua el 4 de mayo y que significaba el cese de la guerra civil. Después de un año de lucha, en la cual miles de nicaragüenses habían perdido la vida, los grupos de resistencia nacionales parecían estar cediendo ante los intereses de los Estados Unidos, quien amenazaba con una intervención militar en el país. La situación política, asegura la nota editorial, parecía tomar un rumbo hacia la claudicación y el cansancio, actitud que los editores de avance condenan duramente. El destino que se auguraba para América Latina en la lucha antiimperialista y por su independencia no era, según esta nota, muy optimista, ya que “la mayoría de los directores de las pequeñas naciones indo ibéricas se encuentran unidos al poderío yanqui por fuertes intereses económicos; las masas actúan con buena fe y pasión, movidas por el politiquillo doméstico que obedece órdenes del Jefe halagador del capital norteño.”
La siguiente nota pone en cuestión la decisión de nombrar al catedrático Dr. Remos como invitado especial para impartir unos cursos en la Universidad de México. Aunque agradecen la iniciativa, los editores tildan tal “designación” de precipitada.
En la última nota se discute y celebra la labor que venía desempeñando la Institución Hispano-Cubana de Cultura, particularmente en relación al programa de conferencias y cursos que se ofrecían al público. No obstante, la nota advierte sobre la necesidad de incorporar conferencistas de rigor y pensamiento crítico en lugar de aquellos cientificistas que, como Blas Cabrera, abordaban temas que no resultaban de interés dentro del contexto de una institución dedicada a lo cultural. Los editores recomendaban que se incluyeran conferencistas hispanoamericanos como Caso, Palacios, Sanín Cano y Vasconcelos.