En este artículo, el escritor y periodista catalán Martí Casanovas hace una valoración de algunas obras del pintor belga Pierre Flouquet, las cuales habían sido traídas al país por el poeta Mariano Brull. Las mismas se presentarían en una exposición auspiciada por la Revista de avance en la “Academia de Pintores y Escultores”. Casanovas ubica la obra de Flouquet entre el cubismo y el futurismo debido a su fusión de los componentes que, según él, caracterizaban dichas tendencias estéticas. El cubismo, Casanovas manifiesta, “culmina la tendencia iniciada por el impresionismo a la plástica pura, es decir, a la liberación de todo anecdotismo trascendente”, mientras que el futurismo, afirmaba el autor, se propone reflejar “el dinamismo espiritual, la mecánica de nuestros sentimientos”. A pesar de estas asociaciones, para Casanovas la obra de Flouquet posee cualidades únicas, ya que “pretende hacer de la materia plástica un elemento descriptivo; descriptivo no de realidades exteriores, del mundo objetivo, sino del mundo psicológico, de su vida interior, de sus sentimientos, descripción que es al fin y a la postre una nueva modalidad de expresión anecdótica”. El uso de la línea que en los cubistas es pura investigación plástica, en Flouquet evidencia de “un interés, una palpitación sentimental, oculta, esotérica”. Y estas que eran cualidades del futurismo se expresaban en Flouquet a través de su tratamiento cubista de “los valores plásticos de la línea y el color”.