Cipriano Vitureira (1907−77) fue ensayista, poeta, promotor cultural y crítico de arte. En su libro Arte Simple (Montevideo, 1937) dedica su capítulo VII al análisis de la obra pictórica de Pedro Figari (1861−1938). Casi todos los críticos e investigadores lo ubican como un personaje de actividad múltiple, incluso arriesgada en lo profesional (abogado) y en lo ideológico (filósofo). En efecto, Figari fue abogado defensor de la abolición de la pena de muerte, político de avanzada, activista cultural, promotor de artistas y eventos, periodista, poeta, escritor, pensador, pedagogo impulsor de programas tendientes a la capacitación obrera del país con proyección artística, entre muchos otros perfiles. Se trata, sin duda, de un cúmulo inusual de compromisos públicos que lo convirtieron en referente ineludible del debate cultural regional durante las primeras décadas del siglo veinte. No obstante estos aspectos, Vitureira se concentra en la factura pictórica y temática del “Figari artista”, como si condensara en ese perfil al pensador público. En primer lugar, plantea su discrepancia con la exaltación que se hace de Figari ya sea como poeta autóctono o bien como el primer pintor de América. Vitureira señala ciertos temas en sus pinturas: patios, candombes y danzas de mixtura criolla, ambientes con lunas, cielos, pampas, diligencias viejas, casonas del campo, etc. Son aspectos visuales apegados a un cierto sentido de “lo autóctono”; reservatorios anecdóticos que, atravesando lo meramente costumbrista, no hacen sino resaltar la dimensión de Figari como “artista universal”. El crítico considera el panteísmo como ideal necesario de todo artista inserto en su mundo, negando la repetida caracterización de Figari panteísta como siendo mera nota particular. Tanto en su disposición para el dibujo sincrético como en su capacidad para la pincelada y el color, vincula los lenguajes plásticos contemporáneos. Por ello, el autor conecta sus pinceladas, de ligereza difícil, con Vincent Van Gogh (1853−90) y a su color —más que procedimiento plástico, un verdadero lenguaje nuevo— con la influencia de Pierre Bonnard (1867−1947). La universalidad que resalta Vitureira de Figari toma, así, referentes europeos afanándose en mostrar el “regionalismo” de Figari ampliado y logrado a través de actitudes comunes a todos los hombres: humor, humildad, tristeza y drama. Elementos de gran potencialidad expansiva a partir de escenarios locales, que se preocupan por lo humano persistente en el espacio y en el tiempo. [Como lectura complementaria, véase en el archivo digital ICAA los siguientes textos de Figari: “Las exposiciones Cuneo y Michelena [Un juicio de Pedro Figari]” (1233819); “Industrialización de la América Latina, Autonomía y Regionalismo: Carta abierta dirigida por el Dr. Pedro Figari al Excmo. Señor Presidente de la República Oriental del Uruguay” (1181222); “Un poco de crítica regional” (1258164); “América Autónoma: no basta instruir, hay que enseñar a trabajar” (795325); “Arte, técnica, crítica. Conferencia bajo el patrocinio de la Asociación Politécnica del Uruguay” (1263840); “Autonomía Regional” (1254337); “Una carta de Pedro Figari” (1197040)].