La exposición El espíritu de los tiempos —organizada en 1991 por el Ateneo de Caracas para celebrar sus sesenta años de fundación— es representativa de las propuestas neo conceptualistas que se desarrollan en Venezuela durante la década de los noventa. Fue organizada por el curador venezolano Guillermo Barrios, aunado a cinco reconocidos curadores y críticos para que cada uno seleccionara a uno o dos artistas y escribiera un ensayo al respecto. Además del presente ensayo de Barrios que bosqueja la propuesta de la muestra, hubo los ensayos curatoriales de los invitados: de Graciela Pantin “Reflexiones en torno a la contemporaneidad en las artes visuales venezolanas: ‘4 minutos para mirar’ una obra de Susana Amundaraín y Xiomara Moreno” [doc. no. 1222405]; de Zuleiva Vivas sobre Claudio Perna “Las opciones del tiempo para el nuevo espíritu” [doc. no. 1065674]; de Ariel Jiménez sobre José Gabriel Fernández “El espíritu de los tiempos” [doc. no. 1097294]; y de María Elena Ramos “El espíritu de los tiempos. Y por qué José Antonio Hernández-Diez” [doc. no. 1065692]. A su vez, Miguel Miguel seleccionó al artista Alfred Wenemoser, aunque se abstuvo de escribir.
Por su parte, Barrios destaca en este ensayo una exposición que, al inscribirse en lenguajes y temáticas universales, muestra un “arte comprometido”, donde una valiente reflexión sobre el momento que atravesaba la sociedad venezolana en 1991 se hace presente sin localismo y como reflejo de una visión globalizada.
Tanto la exposición, como los ensayos del catálogo, representan un momento clave de reflexión crítica del arte (en conjunto) sobre el hombre contemporáneo a finales del siglo XX. A su vez, Barrios no sólo se limita a explicar el sentido general de la muestra y las propuestas de cada uno de los curadores, sino que aborda problemas socio-culturales del mundo hodierno: la crisis de la representación, el derrumbe de ideologías, la conciencia ambiental verdaderamente integral del hombre actual, entre otros temas. A pesar de que esta muestra reúne las propuestas de cinco curadores distintos, presenta gran coherencia temática; en otras palabras, cada una de las obras sería una representación del espíritu de los tiempos. Destácase, así, un cambio en las ideas de “progreso y felicidad” que permitía soñar con cambios de paradigmas sociales influenciados por la reciente caída del Muro de Berlín y de la idea comunista de una Europa del Este bajo tutela de la URSS.