La exposición El espíritu de los tiempos, organizada por el Ateneo de Caracas para celebrar su sesenta aniversario, es representativa de las propuestas conceptuales y neoconceptuales que se desarrollan en Venezuela durante los noventa. Organizada por el curador Guillermo Barrios, la muestra invitó a cinco reconocidos curadores y críticos venezolanos con el objeto de que cada uno seleccionara a uno o dos artistas, escribiendo un ensayo al respecto. Hubo la introducción de Barrios [véase archivo digital ICAA, “El espíritu de los tiempos” (doc. no. 1160984)] y el ensayo de Graciela Pantin, “Reflexiones en torno a la contemporaneidad en las artes visuales venezolanas: 4 minutos para mirar, una obra de Susana Amundaraín y Xiomara Moreno” (doc. no. 1222405)], además varios escritos incluidos en el el catálogo [de Zuleiva Vivas (sobre Claudio Perna) (doc. no. 1065674); [el presente ensayo] de Ariel Jiménez (sobre José Gabriel Fernández) (doc. no. 1097294); y finalmente de María Elena Ramos (sobre José Antonio Hernández Diez) (doc. no. 1065692)]. El curador Miguel Miguel seleccionó al artista Alfred Wenemoser, pero se abstuvo de escribir.
El ensayo del curador y crítico Ariel Jiménez (n. 1958) no solamente constituye un sólido aporte al pensamiento crítico sobre el arte contemporáneo, sino que contiene una reflexión profunda y humanística (desde la filosofía y la sociología), en torno a problemas fundamentales del hombre actual, especialmente del latinoamericano. Se trata de un acercamiento, en ciertos momentos con duro realismo, en torno a los temas siguientes: concepción del tiempo y la historia; límites ambiguos entre realidad e irrealidad; la fragilidad; la historia vivida como sentimiento de “un aquí y un allá” que nos separa siempre del resto de Occidente; deriva y desarraigo “que parecen ser, hoy como siempre, nuestro destino social”.
A pesar de ser un ensayo en el que el autor parte de su propia experiencia y de las afinidades que (con sus ideas y sentir latinoamericanista) encuentra en la obra de Fernández, el mismo tratamiento de temas que afectan a toda la humanidad: supervivencia de la especie; el planeta amenazado; la historia como única trascendencia posible para el hombre, donde “la originalidad” es el único valor; desencanto de la utopía revolucionaria. Trátase de un escrito que transmite pesimismo y dolor, ya que Jiménez concluye afirmando: “Por ahora la intemperie es total, aunque nunca tan cruda y cruel en otras naciones como en nuestros países, donde ni siquiera existe una cierta urbanidad, un orden siquiera capaz de administrar adecuadamente la herencia recibida”.