Artículo de Emilio Goyburu en torno a la escultura pública y la convocación para un monumento al aviador Jorge Chávez. El autor cuestiona los criterios de selección del jurado, cuya incapacidad es evidente en su nulo interés frente al proyecto presentado por José de Creeft. En su opinión, esta obra cubista constituye “una verdadera cosa bella y ajustada al concepto nuevo de monumento”; al mismo tiempo, niega que la figura humana o cualquier escultura naturalista tradicional puedan ser monumentales. A su juicio, la escultura mimética tradicional deberá ser desplazada por “la arquitectura o una escultura geométrica, [también] arquitectónica”. En ese sentido, al eludir “el horizonte de la realidad”, de Creeft plantea sólo el “hacer obra bella” por medio de “la grandiosidad, la simplicidad y la novedad dentro de una contextura geométrica”. Goyburu reconoce en las torres de la nueva estación radio-telegráfica de Lima “los únicos verdaderos monumentos” y “los únicos exponentes de progreso” de esta ciudad, cuya “grandiosidad” y “verdadera belleza” están más allá de cualquier escultura pública.

Artículo en el que Emilio Goyburu, pintor y caricaturista peruano, reflexiona sobre la escultura pública, a propósito del certamen convocado para erigir un monumento al aviador Jorge Chávez.

Durante la década de 1920, el escultor español José de Creeft (1884–1982) fue una de las pocas figuras de la vanguardia internacional cuya obra pudo ser vista en el Perú. En 1927, el artista remitió una maqueta al concurso internacional realizado en Lima para erigir un monumento público al célebre aviador peruano muerto en Domodossola (Italia), tras cruzar los Alpes en un aeroplano. La solitaria presencia del escultor hispano, en un evento mayoritariamente académico, debió relacionarse con su amistad con el poeta vanguardista César Vallejo (1892–1938), a quien había esculpido en Europa, en 1924. Esta obra fue motivo de un extenso comentario de Vallejo (remitido en 1925 desde París y publicado en la influyente revista limeña Mundial). Su texto es una reflexión acerca de la esencia creativa de la “avant-garde” en abierta oposición a la mímesis tradicional [véase en el archivo digital ICAA “España en la Exposición Internacional de París” (doc. no. 1150457)]. No obstante que, en definitivas cuentas, el monumento a Chávez estuvo a cargo del escultor italiano Eugenio Baroni (1880–1935), el proyecto enviado por de Creeft fue un estímulo para los escasos representantes de una vanguardia limeña que iba a contracorriente del indigenismo imperante. Uno de ellos, el pintor y caricaturista Emilio Goyburu (1897–1958), expresó elogios sobre la maqueta como indudable aporte al “arte de vanguardia”. Con una clara comprensión del término, Goyburu enfatiza la belleza casi abstracta de la obra, de cuyo geometrismo (de filiación cubista) era defensor convicto por ser, a su juicio, la auténtica plasmación de una escultura monumental.

[Para más información, véanse los siguientes textos de Goyburu: “Cuatro edades de la pintura (doc. no. 1150294); “Un nuevo prejuicio (?)” (doc. no. 1150326); “Vivencias estéticas en la pintura abstracta” (doc. no. 859970); y “El color en las diversas artes” (doc. no. 859948)].