Este artículo anónimo reproduce el comentario obtenido en el periódico argentino El Diario por el fundador del indigenismo pictórico peruano, José Sabogal, con motivo de su exposición en Buenos Aires (Sociedad Amigos del Arte, 1928). El crítico peruano Carlos Solari había publicado en la revista Mundial una recopilación más amplia de la repercusión de la obra de Sabogal en la Argentina [al respecto, véase en el archivo digital ICAA de Solari, bajo el pseudónimo de “Don Quijote”, “Notas de arte: Sabogal, en Buenos Aires” (doc. no. 1140195)].
El indigenismo pictórico tuvo auge en el Perú entre las décadas de 1920 y 1940. Se inserta en un movimiento más amplio dentro de la sociedad peruana: la redefinición de la identidad nacional en función de componentes autóctonos. Si bien en determinados momentos estuvo abocado a la revaloración de “lo indígena” y de un pasado incaico, considerado glorioso, también asumió la defensa de una identidad mestiza como integración de “lo nativo” y “lo hispánico”. El principal ideólogo y líder indiscutido del indigenismo en las artes plásticas fue José Sabogal (1888–1956), para cuyo profundo sentido de “lo raigal” influyeron decisivamente las tendencias regionalistas en el arte de España (Ignacio Zuloaga [1870–1945], entre otros) y en la Argentina (Jorge Bermúdez [1883–1926], por mencional uno); países en lo que Sabogal pasó largos años formativos. Al volver al Perú, a finales de 1918, se instaló en el Cusco, donde pintó cerca de cuarenta óleos sobre personajes y vistas de esta ciudad, luego exhibidos en Lima (1919). Tal exposición se considera como el inicio formal del indigenismo pictórico en el Perú. Su segunda muestra individual limeña fue en las salas del Casino Español (1921), y con ella consolidó su prestigio. En 1920, Sabogal se integró a la plana docente de la nueva Escuela Nacional de Bellas Artes hasta asumir su dirección (1932–43). Allí formó a un grupo de pintores que se adhieren al movimiento indigenista como Julia Codesido, Alicia Bustamante (1905–68), Teresa Carvallo (1895–1988), Enrique Camino Brent (1909–60) y Camilo Blas (1903–85).
En distintos momentos, Sabogal regresa al Cusco como fuente nutricia para los desarrollos artísticos. Hacia 1925 permaneció varios meses en esa ciudad, tomando apuntes para un conjunto renovado de obras significativas, exhibidas sólo en 1928, año en que expone en Montevideo y Buenos Aires (setenta y seis óleos y grabados). En Lima se generó gran expectativa por la recepción obtenida en el Río de la Plata, reproduciéndose artículos originalmente publicados en la prensa bonaerense, como en esta nota anónima. Dos días después, otro periódico limeño (La Razón) transcribe comentarios adicionales recogidos de El Diario.
[Hay un buen número de textos sobre el pintor en el archivo, de los cuales destacamos los siguientes del propio Sabogal: “Arquitectura peruana: la casona arequipeña (doc. no. 1173340); “La cúpula en América” (doc. no. 1125912); “Mariano Flórez, artista burilador de ‘mates’ peruanos, murió en Huancayo: José Sabogal su admirador y amigo, le rinde homenaje” (doc. no. 1136695); “Los mates burilados y las estampas del pintor criollo Pancho Fierro” (doc. no. 1173400); “Los ‘mates’ y el yaraví” (doc. no. 1126008); “La pintura mexicana moderna” (doc. no. 1051636); y “Sala de arte popular peruano en el Museo de la Cultura: selecciones de arte” (doc. no. 1173418)].