Revisión crítica del concepto de “arte”, planteando que no se trata de una categoría del espíritu humano —como lo presenta el idealismo filosófico—, sino una creación cultural y de clase; por tanto, es un fenómeno históricamente determinado y susceptible de modificaciones a partir de las evoluciones de las sociedades. Por ello “la división entre arte y no arte no es de ninguna manera inocente, sino que es uno de los mecanismos básicos de la dominación cultural”. Mirko Lauer efectúa así un recuento histórico del proceso que ha definido las características de la plástica del precapitalismo en América Latina, ubicando en el siglo XVIII el momento en que una cultura de criollos encontró en el incipiente sistema artístico una manera de afirmarse frente a lo autóctono. Se marginaría así toda manifestación creativa del anterior ordenamiento social, relegándola al concepto de “lo artesanal”, de “lo no artístico”. Propone una metodología que opere dentro y fuera de la categoría histórica de arte, tanto en sus aspectos económico, social o demográfico como en los diversos sentidos ideológicos que han permitido su existencia social. En sus palabras, “es de devolver a una actividad definida por la negación una existencia positiva no subalterna”, mostrándola no sólo en su “verdad empírica”, sino también su “verdad ideológica”.

Reflexiones del escritor y crítico peruano de origen checo Mirko Lauer (n. 1947) en torno a la polémica desatada por el otorgamiento en 1975 del Premio Nacional de Cultura. Lauer apoyó algunos de los procesos más radicales del velasquismo (régimen del General Juan Velasco Alvarado), incluyendo la premiación de López Antay. Él había además trabajado en la oficina de difusión de la reforma agraria, desde donde redactó varios de los textos que acompañaron los importantes afiches sobre el tema realizados por el artista y diseñador Jesús Ruiz Durand (n. 1940). Lauer volvería a tratar la polémica sobre López Antay en textos como “Lo andino en el arte peruano” (Sociedad y política N° 8, Lima, febrero de 1980) y Crítica de la artesanía. Plástica y sociedad en los Andes peruanos (Lima: DESCO, 1982), ambos reproducidos para el presente proyecto.

El 26 de diciembre de 1975 se dieron a conocer públicamente los Premios Nacionales de Cultura (bienio 1973–74), otorgados por el Estado peruano a través del Instituto Nacional de Cultura, a los aportes más destacados para el desarrollo de la cultura peruana. El presente dictamen en el área de arte (la cual tradicionalmente incluía pintura, escultura, música y arquitectura) dio inicio a una de las polémicas más importantes en la historia del arte peruano. La controversia puso de manifiesto las tensiones y recelos latentes en torno a las políticas culturales propiciadas por el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas del general Juan Velasco Alvarado (1968–75). Este aspiraba a una identificación progresista, cuyo principal sustento fue la reforma agraria iniciada en 1969, acompañada por una fuerte revaloración oficial de la imagen del campesino y de sus modos de vida, en desmedro de formas culturales consideradas más “occidentales”. De hecho, el premio a Joaquín López Antay (1897–1981) se dio a costa de las candidaturas de reconocidos artistas plásticos como Carlos Quízpez Asín (1900–83) y Teodoro Núñez Ureta (1912–88) y el músico académico de origen alemán Rodolfo Holzmann (1910–92).

[Como lectura complementaria, véanse en el archivo digital ICAA los siguientes textos del autor: “Lo andino en el arte peruano: la mutación andina: arte y sociedad en el Perú entre 1960 y 1980” (doc. no. 1136429); “La ideología de lo artesanal” (doc. no. 1139650); “Juan Javier Salazar: la refrescante aventura de un anti-plástico” (doc. no. 1293689); “Representación y soporte material in memoriam Walter Benjamin” (doc. no. 1098871); y “Szyszlo 50” (doc. no. 1142996)].