El profesor, historiador y crítico de arte Quirino Campofiorito traza aquí un panorama de la escultura brasileña desde la década de los treinta hasta los sesenta, comentando, de paso, el proceso de modernización emprendido por el arte brasileño, por lo general en abierto conflicto con la academia. Se señalan trazos marcantes de los cambios de percepción y concepción de la escultura moderna —destacando los años cincuenta en Brasil— donde “se superan los moldes comunes hasta alcanzarse un terreno neutro más amplio del entendimiento plástico, olvidándose el volumen compacto y las imágenes de seres de la naturaleza (…) un nuevo atisbo del espacio y todo un ritmo formal que se libera enteramente de una única posibilidad de creación: la que mide la figuración naturalista”. Y continúa su señalamiento: “pasa a concebir el objeto-arte en un sentido más absoluto; aquel que comprende en sí mismo toda una objetividad estética (…)”. Campofiorito pretende presentar, con su texto, una crónica de acontecimientos y artistas destacados, proponiendo una lectura historicista y nacional: menciona a Victor Brecheret, Adriana Janacopulos, Celso Antonio, Bruno Giorgi, Elisabeth Nobiling, Quirino da Silva, Ernesto de Fiori, Lasar Segall, Alfredo Ceschiatti, José Pedrosa, Franz Weissmann, Sonia Ebling, Francisco Stokinger, Sérgio Camargo, Mario Cravo, Fernando Corona, Antonio Caringi, Maria Martins, Caciporé Torres, Felicia Leirner, Mary Vieira, Luiz Sacilotto, Amílcar de Castro, Lygia Clark, Giulio Vangi, Fernando Jackson Ribeiro y Zélia Salgado.