Max Bill externa sus críticas en torno a la moderna arquitectura brasileña partiendo de cuatro elementos que, a su juicio, son la base del “academismo moderno” en la arquitectura: la forma libre u orgánica, el plano de vidrio, el brise-soleil y los pilotes de sustentación de concreto. Bill explica el origen de cada uno y el aporte de Le Corbusier para su difusión. Señala la necesidad de volver al empleo del patio interno en los edificios, en especial en climas tropicales; en este sentido, considera que la solución dada al edificio del MES (Ministério da Educação e Saúde), marco histórico de la arquitectura moderna brasileña (1936–37), es un equívoco que se debe volver a pensar arquitectónicamente. Cita, también, un edificio comercial en construcción que abusa de las formas libres y cuya distribución anárquica de los pilotes es decoración pura. Sale en defensa de una arquitectura al servicio verdadero del hombre, de una arquitectura funcional, desdeñando, de paso, el arte autoexpresivo. En su opinión, la función del arte es transmitir ideas claras, objetivas, con medios adecuados y armonía; el arquitecto debe ser un artista y su arquitectura, modesta y esclarecedora, debe armonizarse respecto a un equilibrio de la forma, de la función y de la construcción. En suma, debe volcarse hacia un arte social cuyo eje sea el hombre.