Estos textos, característicos del humor mórbido y surrealista de El Techo de la Ballena, fueron escritos por el poeta y artista plástico Carlos Contramaestre (1933–96) y el poeta, crítico y dibujante venezolano Juan Calzadilla (n. 1931) para la exposición de obras del primero, Los Tumorales. Tuvo lugar en 1963 en la Galería El Techo de la Ballena, Caracas y en la Galería 40 Grados a la sombra, en Maracaibo. El fragmento del texto de Contramaestre representa un claro ejemplo de la obsesión de este médico y artista tanto por la descomposición como degeneración de la materia. Algo eficaz y favorablemente expresado por la estética informalista a la que se adscribió. Ya Contramaestre había sentado las claves del discurso plástico que lo acompañó en la trayectoria de El Techo de la Ballena, sobre todo en la polémica exposición Homenaje a la Necrofilia (1962). La segunda parte del texto, de Calzadilla, intenta dejar claro mediante su interpretación, el significado de las alegorías que Contramaestre emplea, tanto en su texto como en su exposición: lo decrépito, obsoleto y corrompido de la sociedad y el Estado venezolano. Este texto fue reproducido en Ángel Rama. Antología de El Techo de la Ballena (Caracas: Fundarte, 1987). Hay un error en la fecha que se encuentra al pie del texto reproducido, ya que Los Tumorales fue realizada en 1963, y no en 1967 como allí se expresa.
El Techo de la Ballena fue una agrupación de artistas plásticos y escritores de la vanguardia venezolana, que entre los años 1961 y 1968, combinaron diferentes disciplinas: plástica, poesía, fotografía, cine, arte de acción, entre otras, para crear un arte de carácter revolucionario que cuestionaba y combatía valores sociales y culturales tradicionales en una de las décadas de mayor violencia política de Venezuela, de la cual fueron el equivalente artístico. La guerrilla, los postulados de la izquierda intelectual, la represión, la urbe deformada por el acelerado y forzado modelo desarrollista de la naciente democracia venezolana de Rómulo Betancourt, presidente entre 1959 y 1964, fueron el marco de referencia en el que se desenvolvió la agrupación. En la plástica, asumieron la estética del informalismo a la que le añadieron una fuerte dosis de agresividad para contrariar así los valores de la geometría abstracta, del paisajismo tradicional y hasta del realismo social, sumado a una estrategia subversiva y provocadora, irracional y surrealista. Su producción editorial fue numerosa —incluidos los tres números de la revista Rayado sobre el techo— al igual que sus exhibiciones. Sus integrantes fueron, entre otros, los venezolanos Carlos Contramaestre, Juan Calzadilla, Caupolicán Ovalles, Edmundo Aray, Francisco Pérez Perdomo, Salvador Garmendia, Adriano González León, Fernando Irazábal, Daniel González, Gabriel Morera, Gonzalo Castellanos, Perán Erminy, y los extranjeros integrados al país: el chileno Dámaso Ogaz y los españoles J. M. Cruxent, Ángel Luque y Antonio Moya.
Para más textos escritos por integrantes del grupo El Techo de la Ballena, consúltese el archivo digital ICAA: “Homenaje a la necrofilia”, donde Adriano González introduce a la obra de Contramaestre exhibida en la exposición homónima de 1962 en la Galería El Techo de la Ballena, Caracas (doc. no. 1097543); amen del “Tercer manifiesto: ¿Por qué la ballena?”, de González León que explica la naturaleza del grupo y sus actividades (doc. no. 1097576).
Homenaje a la Necrofilia fue la muestra más controversial del grupo, desatando la ira y el repudio tanto del mundo cultural, como del público general, como constata el artículo “Declara Pedro Centeno Vallenilla: "Defensores del folleto con aberraciones sexuales obedecen al complejo del salvaje que goza comiendo inmundicias..." (doc. no. 865836).