Texto del escritor venezolano Adriano González León (1931–2008) escrito para presentar el catálogo de la muestra de otro de las miembros de El Techo de la Ballena, Carlos Contramaestre, Homenaje a la Necrofilia, presentada en la Galería de la agrupación, en noviembre de 1962 en Caracas. De todas las exposiciones organizadas por los miembros del mencionado grupo, sin duda, esta fue la más controversial, desatando la ira y el repudio tanto del mundo cultural, como del público general [véase el artigo “Declara Pedro Centeno Vallenilla: "Defensores del folleto con aberraciones sexuales obedecen al complejo del salvaje que goza comiendo inmundicias..." en el archivo digital ICAA (doc. no. 865836)]. El catálogo fue elaborado en la imprenta de Universidad Central de Venezuela, por lo que muchos de los ataques que se realizaron desde la prensa fueron dirigidos en contra de dicha casa de estudios, acusada de divulgar un mensaje aberrante y pornográfico.
En el ensayo, González León anuncia y justifica el comienzo de una nueva práctica y también de una “nueva estética” en el campo artístico del país, instaurada por las obras y la exposición de Contramaestre, quien era médico de profesión. La práctica basada en estrategias, —provocadoras o delirantes según los modos surrealistas o dadaístas— eran mórbidas, profanadoras, y sórdidas, procurando hurgar y escarbar en los tabúes, violentando, así, las nociones consagradas por una sociedad consideraba (por ellos) agotada. En lo formal el artista apelaba a recursos derivados del informalismo, donde la materia era ensalzada al nivel más alto entre los recursos plásticos, propiciando para Contramaestre la desnuda y pura muestra de su irreverencia y humor negro: tripas, vísceras, huesos, heces, volcados en obras, de la misma manera en buscaba revelar sin tapujos lo que consideraba las trampas y la hipocresía de la sociedad venezolana de entonces; de allí, que el autor anuncie una nueva belleza: el experimento audaz.
El Techo de la Ballena fue una agrupación de artistas plásticos y escritores de la vanguardia venezolana, que entre los años 1961 y 1968, combinaron diferentes disciplinas: plástica, poesía, fotografía, cine, arte de acción, entre otras, para crear un arte de carácter revolucionario que cuestionaba y combatía valores sociales y culturales tradicionales en una de las décadas de mayor violencia política de Venezuela, de la cual fueron el equivalente artístico. La guerrilla, los postulados de la izquierda intelectual, la represión, la urbe deformada por el acelerado y forzado modelo desarrollista de la naciente democracia venezolana de Rómulo Betancourt (1959-64) fueron el marco de referencia en el que se desenvolvió la agrupación. En la plástica, asumieron la estética del informalismo a la que le añadieron una fuerte dosis de agresividad para contrariar así los valores de la geometría abstracta, del paisajismo tradicional y hasta del realismo social, sumado a una estrategia subversiva y provocadora, irracional y surrealista. Su producción editorial fue numerosa —incluidos los tres números de la revista Rayado sobre el techo— al igual que sus exhibiciones. Sus integrantes fueron, entre otros, los venezolanos Carlos Contramaestre, Juan Calzadilla, Caupolicán Ovalles, Edmundo Aray, Francisco Pérez Perdomo, Salvador Garmendia, Adriano González León, Fernando Irazábal, Daniel González, Gabriel Morera, Gonzalo Castellanos, Perán Erminy, y los extranjeros integrados al país: el chileno Dámaso Ogaz y los españoles J. M. Cruxent, Ángel Luque y Antonio Moya.
Para más textos escritos por integrantes del grupo El Techo de la Ballena, consúltese: “Tercer manifiesto: ¿Por qué la ballena?”, en el cual González León explica la naturaleza del grupo y sus actividades (doc. no. 1097576); y “Los tumorales I y II”, donde Juan Calzadilla y Contramaestre presentan la exposición Los Tumorales, de este último, en 1963 en la Galería El Techo de la Ballena, Caracas (doc. no. 1097559).