Al surgir este “Tercer Manifiesto”, las actividades rebeldes de El Techo de la Ballena recibían críticas desde diversos frentes: artistas plásticos, escritores, público y prensa, conservadores o progresistas, de derecha o de izquierda, tradicionales, folkloristas o de vanguardia; motivo por el cual este manifiesto se defiende de todos ellos. Es, esencialmente, una declaración de libertad, por su distanciamiento de cualquier postura dogmática (inflexible y acartonada), sin importar su proveniencia. Implica una proclama revolucionaria en el sentido más puro que critica no sólo a quienes sustentan la sociedad establecida, sino también a aquellos que la hostilizan, por utilizar métodos que son ineficientes, trillados y dogmáticos. Sin embargo, su mejor postulado es el lenguaje mismo con el que fue escrito por Adriano González León (1931–2008), uno de los más reconocidos narradores venezolanos y destacado miembro del grupo. Valiéndose de metáforas iluminadoras e irreverentes, humor y agudeza, plantea un retrato cabal de las fuerzas que animaban a la sociedad cultural venezolana de entonces.
El Techo de la Ballena fue una agrupación de artistas plásticos y escritores de la vanguardia venezolana, quienes, entre los años 1961 y 1968, combinaron diferentes disciplinas: plástica, poesía, fotografía, cine y arte de acción para crear un arte de cuño revolucionario que cuestionaba valores sociales y culturales tradicionales en una de las décadas de mayor violencia política de Venezuela, de la cual fueron el equivalente artístico. La guerrilla, los postulados de la izquierda intelectual, la represión, la urbe deformada por el acelerado y forzado modelo desarrollista de la naciente democracia betancourtista fueron su marco de referencia. En la plástica, asumieron la estética del informalismo a la que le añadieron una fuerte dosis de agresividad contra la axiología de la geometría abstracta, del paisajismo tradicional y hasta del realismo social con un toque subversivo y provocador, irracional y surrealista. Su numerosa producción editorial —incluye los tres números de la revista Rayado sobre el Techo— se destaca al igual que sus exhibiciones. Sus integrantes fueron, entre otros, Carlos Contramaestre, Juan Calzadilla, Caupolicán Ovalles, Edmundo Aray, Francisco Pérez Perdomo, Salvador Garmendia, Adriano González León, Fernando Irazábal, Daniel González, Gabriel Morera, Gonzalo Castellanos, Perán Erminy y los extranjeros integrados al país, como el chileno Dámaso Ogaz y los españoles J. M. Cruxent, Ángel Luque y Antonio Moya.
Para más textos escritos por integrantes del grupo El Techo de la Ballena, consulte del mismo González León “Homenaje a la necrofilia” [doc. no. 1097543], sobre el amor y la muerte en la obra de Carlos Contramaestre exhibida en Homenaje a la Necrofilia (Caracas: Galería El Techo de la Ballena, 1962); y de Juan Calzadilla y Contramaestre “Los tumorales I y II” [doc. no. 1097559], donde presentan la exposición Los Tumorales de Contramaestre (Caracas: El Techo de la Ballena, 1963).
La propuesta que causó mayor controversia del grupo fue Homenaje a la Necrofilia, según se constata en el artículo “Declara Pedro Centeno Vallenilla: Defensores del folleto con aberraciones sexuales obedecen al complejo del salvaje que goza comiendo inmundicias...” [doc. no. 865836].