En la década de los cuarenta, Mário Pedrosa y el arquitecto Guilherme Mindlin fueron los grandes difusores de la obra de Alexander Calder en Brasil. Este texto (1948) se publica en ocasión de la muestra individual del artista norteamericano en la sede del MAS (Ministério da Educação e Saúde) en Río de Janeiro y, posteriormente, en el MASP (Museu de Arte de São Paulo). Forma parte de tres ensayos de Pedrosa sobre Calder, escritos en 1944 cuando radicaba aún en los Estados Unidos, luego integrados a su libro Arte, necessidade vital (1949). Aquí, el crítico elogia el uso de materiales industriales, así como su abstracción y un constructivismo no ortodoxo, de carácter no lúdico sino funcional que Calder practica integrándolo al cotidiano. Posteriormente, tales características se hallan en otros artistas ligados al crítico (Lygia Clark y Abraham Palatnik, entre otros); algo revelador de la influencia posible de Calder en artistas brasileños de la tendencia constructiva en la década de los cincuenta.
[Sobre el tema, véanse en el archivo digital ICAA los siguientes textos: de Ferreira Gullar “I - O Grupo de São Paulo: I Exposição Nacional de Arte Concreta” (doc. no. 1087166) y “I Exposição Nacional de Arte Concreta: 2 - O grupo do Rio” (doc. no. 1090217); de Waldemar Cordeiro “Teoria e prática do concretismo carioca” (doc. no. 1087287); y de Mário Pedrosa “Paulistas e cariocas” (doc. no. 1085056)].
El intelectual y político Mário Pedrosa (1900–81) es, sin lugar a dudas, el teórico y crítico vertebral del arte brasileño en el siglo XX. Fue inicialmente redactor de política internacional para el Diário da Noite, afiliándose desde la década de 1920 al PCB (Partido Comunista Brasileño). Estuvo preso en 1932 por su militancia política (entonces trotskista). Durante el Estado Novo getulista, vive el exilio en Francia y Nueva York, y sólo regresa al Brasil en la posguerra, colaborando en el Correio da Manhã. Su antiestalinismo lo lleva a fundar el semanario Vanguarda Socialista. Presenta una tesis de docencia en estética, “Da natureza afetiva da forma na obra de arte” (1949), en la Faculdade de Arquitetura (Río), donde coloca todo su bagaje filosófico y de sicología de la Gestalt, siendo en esa época uno de los fundadores de la AICA (1948) y organizador del Congreso Internacional de Críticos de Arte (Brasilia, 1959). Escribe la columna de crítica de arte en Tribuna da Imprensa (1950–54) y, en esa década, es miembro organizador de la II y III bienales de São Paulo (1953 y 1955), pasando a dirigir el MAM-SP (1961–63). Es secretario del Consejo Nacional de Cultura en el breve gobierno de Jânio Quadros. Durante la dictadura militar se refugia en Chile y pasa a dirigir en Santiago el Museo de la Solidaridad; tras el golpe de Pinochet (1973) parte a La Habana como secretario del Museo de la Resistencia Salvador Allende. Sólo regresa al Brasil en 1977 (durante los inicios de la Amnistía) y es el primero en firmar el manifiesto de creación del PT (Partido dos Trabalhadores, 1980). Su vastísima biblioteca (8 mil volúmenes) está parcialmente accesible en la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro.