En este artículo de índole étnica, el sociólogo brasileño Gilberto Freyre (1900–87) abarca la unidad y las variedades inherentes a una región para ser sobrepuesta a su lectura de la obra pictórica de Portinari. No obstante, el pensamiento de Freyre se ve marcado por una visión “integral” de la sociedad. Esto es, aún en el caso de trabajos que vienen a poner en evidencia conflictos desatados entre clases sociales (como en Portinari), el sociólogo adopta una lectura preferencial basada en las “ventajas del mestizaje”, evitando, así, un discurso sociopolítico que pudiera mancillar su bagaje aristocrático.
Freyre fue uno de los pensadores que ejerció mayor influencia en su país; particularmente en lo que respecta a asuntos raciales durante la primera mitad del siglo XX. Hacia 1933, Freyre obtuvo reconocimiento internacional por su magna obra Casa-Grande & Senzala, el primero de una serie de tres ejemplares que incluyeron Sobrados e mucambos (1938) y, finalmente, Ordem e Progresso (1957). La trilogía congloba el estudio de razas y culturas en el Brasil desde tiempos coloniales y su planteamiento posterior como una “democracia racial”. Se pondera, así, la herencia afro-brasílica, al mismo tiempo que se identifica al país como una gran conciliación. Esta idea impregna escritos de otros latinoamericanos, al respecto, como el del mexicano José Vasconcelos (La raza cósmica, 1926) y el del antropólogo cubano Fernando Ortiz (Contrapunteo cubano de tabaco y azúcar, 1940). La versión de Freyre en torno a esas narrativas postula la noción de “luso-tropicalismo”, una teoría a partir de la cual se coloca el mestizaje como fuerza positiva en la formación brasileña. A su juicio, esto se refleja tanto en las relaciones interamericanas como en la búsqueda de categorías unificadoras y basadas en aspectos socio-culturales; [véase al respecto del archivo digital ICAA, “Interamericanismo” (doc. no. 807911) y “A propósito da política cultural do Brasil na América “(doc. no. 807856), respectivamente].
Candido Portinari (1903–62), junto con Emiliano Di Cavalcanti (1897–1976), se tornará, desde finales de los treinta hasta mediados de los años cincuenta, en el pintor oficial del arte brasileño. Su presencia será objeto de polémica, ya sea de las corrientes académicas como de aquellos defensores del arte abstracto en el país. El poeta y crítico de arte Mário de Andrade escribió sobre la obra de Portinari en ese período (‘Portinari”; doc. no. 781236)]. Del vínculo entre él y Lucio Costa surge su participación en el proyecto del MES (Ministério de Educação e Saúde, 1936-42), marco histórico de la arquitectura moderna en Brasil. Para entender su proyecto mural en azulejos para la fachada del auditorio del edificio, ver “A pintura mural de autoria de Cândido Portinari” (doc. no 1110857). Sus ideas políticas lo llevan a adherir al PCB (Partido Comunista Brasileño) en la década siguiente, llegando a postularse como senador (1947) y, perseguido por el gobierno anticomunista de Eurico Gaspar Dutra, busca exilio en Uruguay.