Candido Portinari (1903–62), junto con Emiliano Di Cavalcanti (1897–1976), se tornará, desde finales de los treinta hasta mediados de los años cincuenta, en el pintor oficial del arte brasileño. Su presencia será objeto de polémica, ya sea de las corrientes académicas como de aquellos defensores del arte abstracto en el país. El sociólogo Gilberto Freyre escribió sobre la obra de Portinari en ese período [véase archivo digital ICAA (doc. no. 1075292)].
Involucrado en la década de treinta en el interés creciente que suscita la arquitectura y el urbanismo modernos, el pintor hizo un análisis sobre el Salão de 1931, organizado durante la gestión modernizadora del arquitecto Lucio Costa en la Escola Nacional de Belas Artes, en Rio de Janeiro; ver “Salão Lucio Costa” (doc. no. 1111007). Del vínculo entre ambos surge su participación en el proyecto del MES (Ministério de Educação e Saúde, 1936–42). Sus ideas políticas lo llevan a adherir al PCB (Partido Comunista Brasileño) en la década siguiente, llegando a postularse como senador (1947) y, perseguido por el gobierno anticomunista de Eurico Gaspar Dutra, busca exilio en Uruguay.
Difícil resumir en pocas palabras el legado y los escritos de Mário de Andrade, investigador del folklore y administrador de la cultura, crítico de arte, poeta y musicólogo. Más allá de su labor creativa, Mário es el autor del Anteproyecto para la estructuración interna del SPAN (Servicio del Patrimonio Artístico Nacional) y una figura vertebral en el movimiento que se aglutina en torno a la Semana de Arte Moderna de 1922. La vastedad de temas que abarca su profusa escritura oscilan desde la historia a diversas literaturas, o bien desde la música y el folclore hasta la fotografía donde incursionó personalmente; todos estos temas ampliamente divulgados en publicaciones brasileñas.
Hay el libro de Annateresa Fabris, Portinari, amico mio: cartas de Mário de Andrade a Cândido Portinari (1995) que penetra en detalle en el diálogo intelectual entre ambos creadores.
Editada en Rio de Janeiro, la Revista Acadêmica circuló entre 1933 y 1945, bajo la dirección de Murilo Miranda. A lo largo de su trayectoria, el consejo editor de la revista reunió intelectuales de la talla de los escritores Mário de Andrade, Aníbal Machado, Graciliano Ramos, Oswald de Andrade, Érico Veríssimo, Sérgio Milliet y Jorge Amado, además de los pintores Santa Rosa y Candido Portinari.