El énfasis que hace el crítico Enrique Planchart, particularmente en este artículo sobre el maestro Emilio Boggio (1857?1920), es cabible a pesar de que el título apunte hacia un contenido general e información sobre las obras de la muestra “Paisaje Venezolano” (Museo de Bellas Artes, Caracas, 1942), con selección hecha por el entonces director de la institución, el pintor Manuel Cabré. Planchart considera que la corta estadía de Boggio en Venezuela, tras su regreso de Europa en 1919, representó una influencia positiva que reanimó el entusiasmo en aquellos jóvenes integrantes del Círculo de Bellas Artes, afirmando que, a pesar de haberse mostrado sorprendido por nuestra luminosidad, fue poco lo que logró pintar en aquella estadía. Sin embargo, algunas de esas pinturas se exhibieron en una muestra realizada en la Escuela de Música (Caracas). Dicha vivencia fue bastante bien acogida por los pintores venezolanos, quienes obtuvieron de Boggio una profunda enseñanza. Siete de tales pinturas se desplegaron por segunda vez en la exposición de 1942. Igualmente, Planchart se apoya en el prólogo del catálogo de la Galería George Petit (1925), escrito por Thiébault-Sisson (véase su texto, sin título y redactado en París en 1925 [doc. no. 1161716]), quien narra partes su vida y de sus encuentros con el paisaje venezolano y el mundo del arte en general allí expuestos, lo que considera necesario para enaltecer la trayectoria del maestro de la plástica venezolana de entonces. Este último, catálogo de la exposición póstuma, cobra un interés inusitado porque no se conocían (en aquella época) los datos biográficos de Boggio ni tampoco su trayectoria pictórica.
Existe otra lectura de la producción de Boggio hecha por el poeta y diplomático mexicano José Juan Tablada, titulada “La exposición Boggio” de 1919 [doc. no. 808640]. A su vez, Rafael Pineda indaga sobre su regreso a Venezuela en “El diario inédito del pintor Emilio Boggio en Caracas” (1919) [doc. no. 1161700].