Este artículo fue publicado por el artista plástico y escritor venezolano Alejandro Otero [Rodríguez] (1921-90) en el diario caraqueño El Nacional con motivo de la muestra Soto. Estructuras Cinéticas, presentada en el MBA (Museo de Bellas Artes) de Caracas durante el año de 1957. Constituye tanto la primera exposición individual de Jesús Rafael Soto (1923–2005) en la capital venezolana, como la primera fuera de territorio europeo. Bastante complejo a nivel conceptual, el texto enmarca una etapa primigenia y fundamental de la obra Soto, donde está todavía presente el plexiglás, utilizado como recurso para la superposición de planos en razón de sus posibilidades de transparencia. Poco tiempo después, ese material sería abandonado por Soto debido a sus propiedades reflectantes, ya que, a su juicio, se agregaban a la obra elementos externos ajenos a la voluntad del artista: interferían con la percepción pretendida. Este artículo fue publicado en 1957, época en que Otero sostenía con el editor y periodista Miguel Otero Silva una célebre polémica acerca de la validez (o no) del movimiento plástico abstracto como legítima propuesta dentro del arte contemporáneo, aunada a los criterios de los tradicionales Salones Oficiales de pintura. Resalta el hecho de ser escrito por un artista congénere (de algún modo) y de la misma generación de Soto (ambos procedentes del Estado Bolívar) y con aspiraciones artísticas similares. Destácanse, entre ellas, la búsqueda de un puro y verdadero arte abstracto y el interés por diversos problemas ópticos derivados, tales como el movimiento y la dinámica de la materia. Además en ambos —como en la mayoría de los artistas abstractos de esa misma generación que incluye a Carlos Cruz-Diez—, se manifiesta una marcada (y abiertamente aceptada) influencia de la radicalidad teórica que emana de la obra de Paul Cézanne. Soto tuvo su primer encuentro con Otero en Caracas, a inicios de los cuarenta, a su llegada a la Escuela de Bellas Artes de Caracas. Calificado, a su vez, por Soto como uno de los artistas más brillantes de la Escuela, de él obtuvo su primer acercamiento teórico a nociones de arte surrealista y abstracto. Otero partiría poco después hacia París y sería allí donde, ya formando parte del grupo de Los Disidentes, se volvería a encontrar con Soto, al empezar la década de cincuenta, cuando ya el grupo se había disuelto. A pesar de haber entablado amistad con sus miembros, Soto prefirió continuar independientemente con su trabajo y su búsqueda de un abstraccionismo puro. [Para otros textos críticos sobre la obra de Soto, consúltese el archivo digital ICAA: “Sin título. [texto del catálogo Vibrations by Soto de The Kootz Gallery 1965]” (doc. no. 1069781); “Soto: Estructuras cinéticas” (doc. no. 1059619); “En la Bienal de Córdoba: Definiciones del venezolano Jesús R. Soto. Aporte americano al arte universal” (doc. no. 772726); “Soto” (doc. no. 1080690)].