Texto monográfico de la ensayista Adriana Valdés (n. 1943) publicado en un documento dedicado exclusivamente a la obra de Roser Bru (1923–2021). Revisión dedicada a un importante número de obras, destacando períodos para comprender mejor el trabajo de esta pintora.
Roser Bru, artista de origen catalán (como José Balmes) llegó a Chile con su familia en el Winnipeg, barco fletado por el presidente Pedro Aguirre Cerda al término de la Guerra Civil Española (1939). De inmediato, ingresó a la Escuela de Bellas Artes (Santiago). En 1957 formó parte del Taller 99, espacio dedicado al grabado y fundado por Nemesio Antúnez (1918-1993); de hecho, en “De cómo empezó la enseñanza de Antúnez” —Archivo Digital ICAA (doc. no. 774610)— Bru narra su experiencia gráfica. Esta práctica intensiva se sumó a su oficio con la pintura y el dibujo. Desde 1957, Bru ha estado activa en la escena artística nacional. Tras sesenta años de trayectoria obtuvo el Premio Nacional de Artes Plásticas (2015), máximo galardón del Estado de Chile a los artistas [Para ahondar información sobre el Taller 99 véase “Prólogo para catálogo de Tercera Bienal del Grabado” (doc. no. 745065) de Antúnez].
Algunas de las constantes en su obra son retratos y los personajes que ha representado provienen principalmente del campo cultural: Franz Kafka, Milena Jesenská, Ana Frank, Francisco de Goya, Frida Kahlo, Virginia Wolf, Arthur Rimbaud, Miguel Hernández, Enrique Lihn, Gabriela Mistral, así como Julieta Kirkwood, entre otros. Es posible identificar un trabajo en torno a la memoria, citas a la historia del arte (Velásquez, principalmente) además de una insistencia en el pan y la sandía, elementos que identifica con la mujer y la fertilidad.
Valdés y Bru tuvieron una relación artístico-teórica que derivó en colaboraciones iniciadas a finales de los setenta, período del que nace “Los ojos de los enterrados” (doc. no. 740321) de Valdés, escrito con motivo de la exposición de Bru en Galería Cromo (1977) bajo el título de Kafka y nosotros. Nexo mantenido hasta sus más recientes exposiciones. Otra de las cuestiones que destaca Valdés sobre la obra de Bru es su compromiso firme con el contexto sociopolítico durante la Dictadura Militar pinochetista (1973–90), un trasfondo semejante al que la trajo a Chile en su lucha contra el fascismo; muchas de sus obras hacen referencia explícita sobre la situación de los detenidos y, posteriormente, desaparecidos. Su obra Cal, cal viva (1978) que forma parte de la colección del Museo de Arte Contemporáneo se refiere al caso de los “Hornos de Lonquén”, lugar donde se encontraron los restos de quince campesinos que habían sido detenidos en 1973. Desde la gráfica colaboró activamente con los movimientos feminista y de mujeres, ambos opuestos a la dictadura.