Comentario de Alejandro G. Alonso, crítico de arte cubano, a la exposición de obras de Fernando de Szyszlo en la Galería Latinoamericana de la Casa de las Américas en La Habana (Cuba). Aunque la abstracción en el Perú se definió inicialmente como un lenguaje cosmopolita, hacia fines de la década de cincuenta empezó a adquirir un carácter raigal relacionándose de diversos modos con el repertorio formal del arte prehispánico. El artista Fernando de Szyszlo jugó un papel crucial en este proceso como iniciador de dicha corriente y uno de sus voceros teóricos más polémicos. Szyszlo introdujo en su trabajo una serie de alusiones cromáticas y sugerencias arquetípicas evocadoras del universo plástico precolombino (culturas preincaicas costeñas en particular), cuya significación se refuerza con títulos en lengua quechua. Su propuesta alcanzó un momento culminante al desarrollar la serie Apu Inca Atawallpaman (1963), inspirada en el poema quechua colonial del mismo título, traducido por su amigo, el escritor y antropólogo José María Arguedas (1911–69). La serie motivó importantes comentarios críticos, el de Emilio Adolfo Westphalen (1911–2001) entre ellos, marcando así posteriores lecturas de la obra del artista. Después de la exitosa recepción de su muestra en Lima —elogiada incluso por antiguos opositores a la abstracción como Sebastián Salazar Bondy (1924–65)—, Szyszlo la presentó al año siguiente en diversas ciudades del continente, empezando en Colombia (Museo de Arte Moderno de Bogotá). Ahí, la joven e influyente crítica de arte argentina Marta Traba (1930–83) elogia el conjunto como uno de los intentos más sólidos por alcanzar un lenguaje moderno y de contenido americanista. Tal condición le otorgó a su obra un carácter progresista que lo vinculó de hecho con las expectativas surgidas entre la intelectualidad de izquierda con respecto a la revolución cubana. El pintor exhibe en Casa de las Américas en 1968, aunque tres años después rompió públicamente con el régimen de Fidel Castro a raíz del caso de Heberto Padilla. En 1951, Szyszlo protagonizó el primer debate peruano en torno al arte no figurativo, al provocar la respuesta airada de intelectuales y artistas del medio. [Véanse los artículos: “Pintores peruanos hay, lo que aún no hay es pintura peruana: dice Juan Ríos y agrega que la pintura abstracta es pobre e inhumana” (sin autor) (doc. no. 1137808); “Cristina Gálvez opina que sí hay pintores en el Perú: citó a cuatro: ‘Hay que ser muy intelectual para ser abstracto’ dijo y añadió luego ‘Szyszlo no es intelectual’” (sin autor) (doc. no. 1150897); “Qué arte abstracto ni que nada, el arte es esencialmente uno...": lo que debe hacer el pintor es ‘pintar’”, por Sérvulo Gutiérrez (doc. no. 1150851); “Gran problema del arte peruano es la falta de críticos: "Xanno": Alejandro Romualdo Valle agregó que los que escriben sobre arte son improvisados o huachafos” (sin autor) (doc. no. 1150928); “La ‘polémica de los pintores’”, por Federico Costa y Laurent (doc. no. 1150866); “‘Julia Codesido y Sabogal son buenos pintores’: Aquilles Ralli cree, además, que muchos sólo buscan la fama por medio de la publicidad” (sin autor) (doc. no. 1150882); “El debate sobre pintura: carta del Sr. Juan Ríos R.” (doc. no. 1150912) y “Balance de una polémica: cuatro preguntas fundamentales” (doc. no. 1137882), ambos por Juan Ríos; y “A los pintores peruanos”, por Ángel Guido (doc. no. 1150943)].