El autor considera que esa frase provocadora de Fernando de Szyszlo (“en el Perú no hay pintores”) viene a legitimar un desprecio por la cultura misma en el país, característica bajo el sello oficial. Rechaza lo que considera “la peligrosa novelería” de negar la condición de pintor a quien no milite ni tenga afinidad con la abstracción. En contraposición, Ríos argumenta que el “triunfo mexicano en Venecia” (XXV Bienal), equivale a contraponer un victorioso “realismo transfigurado americano” sobre las posturas más snob que, en el fondo, son comerciales. Ríos plantea como problema central los alcances expresivos de obras que superan el vacío abstracto; el escritor afirma que el formalismo puro es inobjetablemente sintomático de épocas decadentes. Su evasión constituye necesidades transitorias, inaplicables a un continente sometido a realidades impuestas; denuncia así los extravíos pictóricos de la abstracción, sobre todo en un medio de precaria institucionalidad como el local. Ríos subraya las contradicciones entre las declaraciones de Szyszlo y las de la Agrupación Espacio (que él presidía antes). Responde en términos irónicos al crítico Samuel Pérez Barreto, defensor de la abstracción, marcando así sus distancias con las posiciones grupales de Espacio.

Tercera intervención de Juan Ríos en el debate generado por las polémicas declaraciones del pintor Fernando de Szyszlo (“en el Perú no hay pintores”) recogidas por el diario limeño La Prensa (Lima, 2 de junio de 1951) a propósito de su exposición de cuadros abstractos en la Sociedad de Arquitectos del Perú. El artículo fue significativamente ilustrado con una reproducción del cuadro Matanza en Corea de Pablo Picasso.

A inicios de 1951, el pintor peruano Fernando de Szyszlo (n. 1925) retornó a Lima,  tras haber estado casi dos años en París, estadía determinante en su evolución hacia un expresionismo abstracto, ubicable entonces bajo la impronta del alemán Hans Hartung (1904–89). En mayo del mismo año, Szyszlo expuso su obra más reciente en la Sociedad de Arquitectos de la capital peruana, bajo auspicios de la Agrupación Espacio, grupo impulsor de la renovación plástica y arquitectónica del país. 

En general, la muestra fue recibida positivamente por la prensa, salvo algunas reticencias expuestas por el influyente crítico peruano Carlos Raygada (1898–1953) [véase “De arte: exposición Szyszlo” (doc. no. 1150738)]. El tono beligerante de la réplica de Szyszlo quedó opacado con su (hoy famosa) declaración al diario La Prensa: “no hay pintores en el Perú” (doc. no. 1137793). Con su abierto rechazo a la plástica coetánea de su país, protagonizó el primer debate peruano en torno al arte no figurativo, al provocar la respuesta airada tanto de intelectuales como de artistas del propio medio. La frase aludió a la ausencia de referentes locales para cualquier artista que aspirara entonces a insertarse dentro de las últimas tendencias de la plástica mundial. No obstante, la polémica trajo a la luz aquellos términos que definirían una modernidad artística local, evidenciando así divergencias dentro de la intelectualidad progresista. La defensa de la “abstracción telúrica” como única vía legítima para el arte peruano, puso al crítico Samuel Pérez Barreto (1921–2003) en abierta oposición con sus antiguos contertulios de Espacio, agrupación que rechazó ostensivamente cualquier identificación tendenciosa que pretendiera reducir lo nacional a “lo andino”. 

[Respecto al debate, consúltense también en el archivo digital ICAA: “La guerra de los pintores”, por Samuel Pérez Barreto (doc. no. 1137856); y “Polémica: ‘polémica Espacio’”, por Juan Ríos (doc. no. 1137916)].